Las megaplantas que el Gobierno heredó del MAS operan a medias
Cuatro proyectos por un valor de $us 1.839 millones están en el limbo. La planta de urea lleva casi un año sin funcionar. Además, la separadora de líquidos Gran Chaco trabaja a un 30% de su capacidad instalada.
Incierto es el futuro de los principales proyectos industriales que dejó de herencia el Gobierno del expresidente Evo Morales. A casi un año de su salida del poder, obras como la planta de urea, la planta separadora de líquidos Gran Chaco, la miniplanta de GNL, y la fábrica de tubos operan a medias o están paralizadas. Todas estas instalaciones suman una inversión de $us 1.839 millones, que ahora operan a medias.
El anterior Gobierno aseguró que industrializaría el gas. Para eso, hizo inversiones en proyectos que siempre fueron observados por expertos del sector.
Una de las obras más ambiciosas fue la planta de urea que se construyó en el Chapare. Asentada en la localidad de Bulo Bulo, costó $us 953 millones. Siempre tuvo problemas que derivaron en paros continuos en la producción del fertilizante. A eso, se sumó la caída del precio de la urea en el mercado internacional. Incluso antes de la caída de Morales operaba a medias.
Por una situación similar pasa la planta separadora de líquidos Gran Chaco. Se construyó en Yacuiba y demandó una inversión de $us 690 millones. Se esperaba que en 2020 el complejo genere $us 1.200 millones por concepto de exportación de GLP, pero esas utilidades nunca llegaron porque la planta nunca operó a más de un 30% de su capacidad.
El analista Fernando Rodríguez, dijo que la planta de Gran Chaco opera a un 30% por la falta de materia prima, y porque, por contratos, el país no puede extraer todas las moléculas liquidas del gas que exporta a Argentina y Brasil. “Todos son proyectos mal planificados sin una buena ubicación ni mercados adecuados”, señaló el especialista.
Otro proyecto en la nebulosa es la planta de mini GNL, inaugurada en septiembre de 2013, con una inversión de $us 137 millones, en la zona de Río Grande.
Su instalación buscaba llevar gas natural a zonas alejadas en donde no existían ductos. Sin embargo, el exiministro de Hidrocarburos, Álvaro Ríos, señaló que la planta opera a un 15% de su capacidad instalada.
Otro proyecto del que se sabe poco es el de la Empresa Boliviana de Industrialización de Hidrocarburos y provee a YPFB tubos de polietileno. Según una denuncia del diputado Horacio Poppe, supuestamente vendía ese producto a un precio elevado, con relación a la oferta privada.
Esta industria contó con una inversión de $us 20 millones.
El ministro de Hidrocarburos, Víctor Hugo Zamora, admitió que las inversiones en industrialización han sido costeadas por créditos adquiridos por YPFB, resultando en plantas que operan con altos niveles de capacidad ociosa y que hasta ahora permiten que aproximadamente sólo el 3% de la producción del gas natural sea industrializado y transformado a productos con valor agregado, como la urea.
Falta un diagnóstico
Si bien los problemas y observaciones a estos proyectos no son nuevos. Ríos señaló que muchos esperaban que el Gobierno de transición elabore un informe técnico sobre cómo se encuentran operando estas industrias.
“Creímos que la actual administración iba a desglosar y entregar un diagnóstico de qué está pasando con las plantas, y por qué YPFB no puede operarlas. Pero no tenemos acceso a nada”, dijo Ríos.
Lamentó que hasta el momento no se aclare “¿por qué la planta de urea no produce hasta ahora? o ¿por qué la planta de Gran Chaco opera a un 30%, o ¿por qué la planta de mini GNL opera al 15%?”
Mientras el especialista Hugo Del Granado aseguró que todos estos proyectos nacieron al calor político. “Los proyectos de industrialización son un desastre, pero el Gobierno debió de haber solucionado esos problemas. Se anunció una auditoría; por ejemplo, a la planta de urea y también un proceso de reingeniería, pero no hay resultados”, cuestionó.
Fuente: EL DEBER