La educación busca una nueva razón de ser inmersa en plena crisis pospandémica

“¿Volveremos a la clase presencial? Sí, pero no será “a la de siempre”. La pregunta que lanza Ainara Zubillaga, directora de Educación y Formación de la Fundación COTEC para la Innovación, tiene un punto de partida que se ubica en marzo de 2020. El inicio de los confinamientos puso punto y seguido a la enseñanza tradicional en su conjunto. Y dio inicio a un proceso de adaptación y transformación digital sin precedentes en todos los ámbitos de la sociedad. También en la próxima educación pospandémica.

De la enseñanza que se viene realiza un profundo análisis Fundación Telefónica, que presentó a principios de este junio ‘Retos y oportunidades para una humanidad conectada’. El libro, editado por Taurus, aborda en su quinto capítulo la cuestión de la transformación digital en la educación.

Zubillaga aporta su conocimiento para vislumbrar el posible horizonte hacia el que tenderá el sistema educativo. “El marco conceptual que define el modelo híbrido es difuso y poco claro”, analiza. Un modelo tan en boga que llega a provocar “confusión” a la hora de aplicarlo. La autora se queda con la definición del Tecnológico de Monterrey.

“Es la combinación entre el aprendizaje sincrónico (presencial o de manera remota) y el asíncrono (sobre el que el alumno tienen control de su tiempo, espacio, ritmo, etc.) lo que define el modelo”, recoge.

Ni el sistema tenderá hacia lo completamente online, pero tampoco será utilizar la tecnología para repetir los antiguos esquemas. Zubillaga lo sitúa desde “diseñar una página web, usar apps; pero también es tiempo para la colaboración y el trabajo docente. También es reorganizar el currículum, cocrear y compartir, y diseñar espacios personales de aprendizaje para alumnos y profesores”.

Reinventar viejos y nuevos métodos

El camino, se expone en el libro, refrenda el escenario adelantado por Zubillaga. Un modelo en el que “articular de forma distinta” los medios viejos y los nuevos. Sin tecnología no hay enseñanza, pero sin una metodología que se enriquezca de las nuevas herramientas tampoco. “La nueva pedagogía de la era digital no puede ser un calco de la enseñanza de toda la vida”. Los espacios digitales entendidos como lugares comunes para centros, docentes, alumnado y familias son el camino a seguir, según el libro.

Sacyr

También participa el experto en pedagogía, Mariano Fernández Enguita: “No se trata, pues, de herramientas que se añaden a un ecosistema para reforzarlo en tal o cual aspecto o modificarlo levemente. Hablamos de dispositivos que alteran por entero el panorama, dando lugar a nuevos ecosistemas que pueden conservar o no, y en mayor o menor medida, las viejas herramientas”.

A través de esta “tecnopedagogía”, el rol del profesor cambia inevitablemente. Hacia una labor de “dar valor con sus materiales al contexto de aprendizaje”. Y a su vez, sintiéndose cómodo en el uso de los nuevos lenguajes digitales donde desarrollar en sus alumnos formas de lectura “en un contexto de literacidad electrónica”, continúa el libro.

Tanto expertos como organismos internacionales han manifestado la necesidad de un cambio. Unicef es uno de los que plantea que la formación del profesorado “debe cambiar” en la educación pospandémica. En España, poco más de la mitad de los docentes (55%) disponen de recursos profesionales eficaces para aprender a utilizar los dispositivos digitales. Baja al 53% aquellos que poseen de las habilidades técnicas y pedagógicas necesarias para incorporar a la enseñanza dispositivos digitales, según datos de 2020 recogidos en una encuesta realizada por Telefónica.

Tras el análisis de lo acontecido en la pandemia, Unicef habla de un “plan B” para los sistemas educativos.

Planes de Naciones Unidas y OCDE

Más allá del organismo dedicado a proteger los derechos de la infancia, Naciones Unidas y la OCDE ya han manifestado sus posturas sobre hacia dónde debería ir la educación pospandémica.

La ONU cree que deberían ser modelos “comprometidos” con una formación tecnológica temprana. Otro de los rasgos es que se personalice, gracias a las tecnologías, la enseñanza a medida del estudiante. Haciendo uso de herramientas como Inteligencia Artificial (IA) para gestionar la analítica de datos, o el Learning analytics. Una educación que forje habilidades digitales en unas personas que se enfrentarán posteriormente al mercado de trabajo. Y tal como se está extendiendo, fomente además habilidades como pensamiento crítico para enseñar a los pequeños a cuestionar, analizar y contrastar la información.

Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ofrece un análisis más exhaustivo de una educación en 2040. Con dos dimensiones como son probabilidad e impacto, esboza cuatro posibles escenarios.

El primero es una educación pospandémica continuista con los estándares tradicionales, con una enseñanza regida por el currículo. Lo digital solo tendría el valor de dar más autonomía a estudiantes y otorgar más tiempo al personal docente. Contrasta con el segundo escenario, que es una educación fuera de los centros, o externalizada. “El aprendizaje tiene lugar a través de planteamientos más diversos, privatizados y flexibles, que tienen como motor la tecnología”, hipotetiza la OCDE.

Un paso más allá estaría el escenario en el que los colegios son conectores de aprendizaje. El ecosistema educativo se abriría a personal no docente, desde progenitores a actores locales o instituciones. Todo para formar una red de espacios educativos interconectados que trascenderían al propio centro.

El modelo más disruptivo plantea el aprendizaje sobre la marcha. Educación fuera de un espacio y un tiempo entendidos como hasta ahora. La IA y la tecnología son los pilares para apuntalar el conocimiento colectivo y resolver problemas de la vida real. Y el docente pasaría a ser un prosumer (productor y consumidor) de su aprendizaje.

Fuente: Innovaspain