Eva Bailén: “La IA generativa va a provocar una brecha entre las personas que sepan utilizarla y las que no”
La autora de ‘Conectados y empoderados’ conversa sobre los retos educativos que implica la tecnología y aborda el papel que deben tener padres y profesores
Para conocer la importancia de la tecnología en la vida de nuestros hijos tan solo hay que echar un vistazo a algunos datos del Instituto Nacional de Estadística: con solo 10 años, más del 85 % de los niños usa el ordenador, 9 de cada 10 utiliza internet y un 45 % el teléfono móvil. Unas cifras que, solo cinco años después, llegan ya al 100 %, prueba irrefutable de que la vida de las personas tiene, desde muy temprano, una esfera física y una virtual a la que hay que prestar la atención adecuada.
Por esos y otros motivos, resulta esencial asegurarse de que los menores acceden al entorno digital en las mejores circunstancias, equipados con las herramientas necesarias, a su debido tiempo y con el acompañamiento imprescindible de padres y profesores, que deben abordar un cambio profundo en su rol como educadores. ¿Qué normas, qué límites aplicar? ¿Cómo ayudarles a desarrollar una vida digital sana y segura? Sobre ello hablamos con Eva Bailén, ingeniera de telecomunicaciones, profesora, madre y autora de Conectados y empoderados (Plataforma Editorial, 2024).
Pregunta. ¿Por qué la necesidad de publicar este libro?
Respuesta. Se trata de evitar ese salto generacional que hay a veces entre padres e hijos (o entre profesores y alumnos) respecto a la tecnología, y acercarnos un poco más a la que utilizan los más jóvenes. Huir de esa antipatía que yo creo que tendemos a tener porque les absorbe el tiempo a los niños y a los jóvenes; educarnos en lo que es lo digital y verle el lado positivo, siendo por supuesto conscientes de todos los peligros y las cosas que hay que saber para utilizar la tecnología con control, seguridad y buenas maneras.
P. ¿Qué papel debe jugar la vida online y qué límites deben establecerse para que no se sobreponga a la offline?
R. El tema de los límites es algo que hay que tener muy presente y que debemos empezar por aplicárnoslos a nosotros mismos, de manera que seamos un modelo a la hora de abordarlos con nuestros hijos o alumnos. Porque tiene que haber momentos para todo, y eso claro que incluye la vida online, pero deben estar acotados en espacios y en tiempos; es algo que yo he aplicado a las consolas, a los ordenadores portátiles y a los teléfonos, sobre todo si los niños son pequeños (luego ya habrá que contextualizar en función de la edad). Hay que decidir cuándo tenemos que estar presentes y desconectados y cuándo podemos estar conectados, y establecerlo desde el principio.
P. ¿Qué papel debe tener la tecnología en la educación de nuestros hijos?
R. Creo que, a día de hoy (y más desde la introducción de la inteligencia artificial), la tecnología tiene que ser una herramienta para todos. Pero hay que aprender a utilizarla dentro del contexto educativo, de manera que sea un accesorio para aprender mejor y no un fin en sí misma. Otra cosa es que luego haya asignaturas específicas para enseñar a usarla e intentar despertar vocaciones más tecnológicas, como ingenieros de software o informáticos, por ejemplo.
Una de las cosas que todo eso exige es la adaptación tanto de los alumnos y educadores, en primer lugar, como de las familias. La última tecnología que ahora mismo es un boom es la inteligencia artificial generativa. De ellas, el ChatGPT es la más famosa, pero no es la única. Y su llegada implica necesariamente que hay que cambiar la forma de educar y de evaluar, y también enseñar una serie de valores.
Con la llegada de la IA generativa, los docentes tienen que intentar que los proyectos, los trabajos o lo que se pida sean de mayor complejidad, siendo conscientes de que van a contar con esas herramientas. El trabajo del educador es ahora más complicado, sabiendo que te lo puede resolver fácilmente una IA generativa. Está claro que el modelo tradicional ya pierde mucho sentido, porque ahora mismo puedes incluso escanear tus deberes con tu móvil y que te los resuelvan. Es que ahora cualquier aplicación te puede hacer eso, como hay otras apps para resolver problemas matemáticos.
P. ¿Cómo va a cambiar entonces la labor de los docentes?
R. Creo que la tecnología va a requerir muchísima actualización. Yo sé que es muy complicado y que, para un profesor, una de las una de las ventajas que tiene la experiencia es que vas acumulando tus propios materiales, pero es que ahora mismo, con la aparición de todas esas herramientas, se te van a quedar obsoletos de un año para otro: no los contenidos, pero sí la manera de evaluar.
Claro que ello conlleva una sobrecarga para los docentes, pero ignorarlo no es una opción, porque no les vas a hacer ningún favor a los alumnos, ni van a aprender adecuadamente. Hay que estar atentos, a la vanguardia, porque la inteligencia artificial generativa va a provocar una nueva brecha entre las personas que sepan utilizarla y las que no.
Tienes que contar con que los alumnos vana recurrir a la IA. Pero como docente puedes incluso promoverlo con un proyecto en el que se incluya ChatGPT en el que deban hacer algo que, a lo mejor, antes sería impensable por el tiempo y por el esfuerzo que llevaría hacerlo. Pero ahora se lo puedes exigir, y además con un nivel de calidad muchísimo mayor. En definitiva, hay que cambiar esa percepción para que, en vez de considerar que te van a engañar usando ChatGPT, puedas diseñar una actividad donde la IA sea una herramienta, y que los alumnos sepan usarla.
Al final, muchos trabajos se van a ver afectados por el uso de las inteligencias artificiales, porque es una manera de hacer el trabajo más rápido. Y las empresas siempre van a buscar una mayor eficiencia en el uso de las horas de sus empleados.
P. ¿Cómo se puede conjugar el desarrollo de las competencias digitales de los jóvenes con su bienestar emocional?
R. A mí me gusta usar el término de “educación digital emocional y mediática”, porque yo creo que engloba un poco todo. Con la educación digital, nos centramos más en las competencias más duras, en aprender a usar las herramientas. Pero hayq ue tener presente que las redes sociales están hechas para apelar a las emociones y generar un impacto; son los mismos principios que los del marketing: el mantenerse enganchado en la curiosidad, el despertar esas emociones que a veces son difíciles de manejar, porque son muchas y muy concentradas. Yo creo que en la vida offline no hay tantas emociones en tan poco espacio de tiempo, como sí ocurre en la vida online.
Luego, hablo de educación mediática porque con la inteligencia artificial se pueden generar cada vez más deep fakes (vídeo, imagen o sonido generado para que parezca real, sin serlo) y fake news (bulos). Todo esto requiere de mucho sentido crítico para saber valorar estas noticias y contenidos que nos pueden llegar por el mundo digital, y no creérselo simplemente porque nos salga en una pantalla.
P. ¿De qué manera dirías que es recomendable regular el acceso del menor a la tecnología, ya sea a través del primer móvil o con el uso de la tecnología en casa?
R. Lo primero es que los padres tienen que acompañarnos. Dejar a los niños solos con un móvil me parece totalmente contraproducente: igual que no los dejaría solos en la calle con desconocidos, tampoco los voy a dejar solos con un smartphone, aunque estén en el salón de casa. Eso hay que acompañarlo; hay que escuchar, estar atento y regular tanto los espacios donde van a acceder a esa tecnología como los tiempos, siempre en función de la edad.
Hay que estar presentes, ya sea en el salón de casa o en la cocina, mientras estamos haciendo la cena o sentados leyendo un libro o el periódico. El niño está ahí, tú lo estás escuchando y le estás atendiendo y le estás enseñando también que eso es importante. Así, cuando le vayas a dar el primer móvil, ya habrás sentado unas bases para que entiendan que no es un juguete. Y ojo, porque no se puede dar un móvil de regalo de comunión, como ya se está haciendo muchas veces, pero tampoco dejarlo hasta los 16 años como pretenden algunas personas, porque a esa edad la presión social es muy grande, y los jóvenes necesitan tener ya esa conexión con el resto de su grupo de iguales.
P. ¿Qué precauciones conviene que los padres enseñen a sus hijos respecto a su vida online?
R. Una de las principales máximas es que no sientan que detrás de una red social tienen una identidad que les protege de otras consecuencias, porque lo que ocurre en una red social es igual de grave que lo que ocurre en la vida real. Así pasa con los temas de acoso, de bullying o de sexting.
El respecto en las redes sociales es fundamental. Tienen que entender que todo lo que ocurre detrás de una pantalla trasciende a su vida a su vida personal y que les impacta a ellos o a otras personas, y que nunca deben decir nada en una red social que no le dirían a una persona a la cara y con testigos. Y que sean capaces de compartir cómo se sienten; si hay cosas que les ha hecho sentirse mal o si piensan que alguien le está haciendo sentirse mal a otro. Hay que tener empatía y sentido crítico ante cualquier contenido, porque muchas veces, en los casos de acoso, los espectadores que no dicen nada están dejando que eso ocurra.
FUENTE: EL PAIS