Diez años de la partida de Joan Prats

SI LA POLIS FUERA GRANJA

“Si la polis fuera una granja, yo elegiría el gobierno de los patos. Son como el común de la gente. No tienen la elegancia altiva del cisne, ni el vuelo intimidador del águila ni siquiera la sabia soledad del búho. Ni lo pretenden. Su canto no es conmovedor y su perpetuo trajín no anuncia obra de arte alguna. Pero bien mirados mueven a simpatía: son activos y diligentes, sin ansiedad; cooperan más que compiten, son productivos y moderadamente consumidores, su plástica en vuelo agrupado tiene cierta dignidad, y aunque sufren el impacto depredador y hasta torturador de los humanos, responden con la otra mejilla del vuelo para la caza, los huevos para la sartén, su maravillosa carne para la mejor cocina y su martirizado hígado para el foie que, al decir de algunos, es un pequeño anuncio de la gloria.

Si los miras un buen rato verás que evocan las buenas repúblicas. Hubo un tiempo en que a las democracias se las llamaba repúblicas. La polis ideal de los republicanos ha sido siempre la asociación de personas libres para vivir en un orden de la libertad. Pero sólo somos libres si nos liberamos del miedo al hambre, a la ignorancia, a las enfermedades, a la soledad, a la falta de trabajo o de recursos, a la violencia, a la expresión de nuestras ideas y creencias y un largo etcétera. 

Como los miedos humanos pueden ser infinitos, los republicanos creyeron siempre que había que moderarlos sujetando nuestras pasiones y expectativas. Por eso el republicanismo insistió siempre en el cultivo de las virtudes cívicas. Volveremos sobre este tema de la relación entre libertad, miedo, pasiones y muerte. 

Las buenas repúblicas son imposibles sin la igualdad de los patos, si no estamos convencidos de que ninguna vida vale más que ninguna otra. Obviamente esto no es una realidad positiva sino una creencia o afirmación moral. En los hechos las vidas humanas tienen valor diferente. Por naturaleza no valoramos a los otros como a nosotros mismos y tendemos a construirnos “seguridades” por encima de las de todos y que nunca son suficientes. Pero a la vez nos rebelamos y proclamamos que “todos los seres humanos nacen libres e iguales” como los patos. Pero sabemos que esto es falso. Tanto da: lo que queremos decir es que tenemos un derecho a llegar a ser libres e iguales y que esta aspiración es irrenunciable y legitimadora de los esfuerzos y luchas para realizarla. Patos del Mundo, Uníos.”

Este texto fue escrito por Joan hace algo más de veinte años, en un entusiasta momento de construcción de un blog en el que su animada prosa y mejor intelecto acompañaría diariamente sus quehaceres y de quienes lo iríamos leyendo, que con seguridad seríamos muchos. Nunca vio la luz pues la vorágine de la actividad laboral, los viajes y sus lecturas no le dieron el tiempo que requería para seguir en esta empresa. Lo traigo ahora, a diez años de su partida y mientras lo releo no puedo menos que sonreír y recordar su entusiasmo por la vida, su amor por la libertad y su permanente apuesta por la democracia y la ciudadanía republicana.

Hacía que Latinoamérica fuera suya, desde el pensamiento y el corazón, sus propuestas y reflexiones iban dirigidas a esa “nuestra América latina”, para que día a día necesite cada vez menos héroes y produzca cada vez menos bandidos.  Orientaba su impulso con el deseo que pudiera florecer toda nuestra creatividad trabada y así poder descubrir la verdadera alegría: servir a un propósito que nos implique y trasciende a la vez, el que nos transforme en una fuerza, en parte única de un todo vital.

Fueron transcurriendo los años de laboriosa producción, de su mano surgieron ediciones de libros, artículos, revistas, colaboraciones y un último trabajo dedicado a Bolivia, “Por una izquierda democrática. Escritos pensando en Bolivia”, que vería la luz en 2009, poco antes de su partida. Quién tiene el gozo de leer su pensamiento y análisis, pero especialmente su profundo conocimiento del quehacer político seguramente asiente con la cabeza a medida que va leyendo cada artículo. ¡Cómo conocía Bolivia y sus quehaceres en la política, en su idiosincrasia! ¡Y cómo quería este país!

Cuando nos hablaba de democracia insistiendo siempre que no era un concepto para comprender sólo desde la política, decía que la realización de la participación política en igualdad, como principio básico, depende de los modelos culturales y de cada estructura social y económica. Que una democracia electoral que concede derechos políticos pero que niega efectivos derechos civiles, económicos y sociales ni siquiera puede ser una democracia política aceptable ya que las condiciones de subordinación o exclusión de partes importantes de la población convierte el voto de los excluidos en la venta de un activo.

Y son diez años de su partida, una partida que nos ensombrece aún pero que cuya presencia que hizo huella permanece no solo en los escritos que nos ha dejado sino en el recuerdo alegre y positivo de su vida, quienes tuvimos el privilegios de compartir momentos, días, vida, con él, podemos decir que ese privilegio sigue nutriendo nuestras vidas.

Diez años en los que el mundo ha tenido más fracasos que éxitos, más dramas humanos que victorias para la humanidad, …y llegó la pandemia. Un virus que ha paralizado el planeta, sobre todo por el miedo. Ese miedo que se vislumbra día a día por los que se contagian, por los que mueren, ese miedo por el mañana que se puede ver claramente en lo que alguna vez repetía Joan, el futuro ya no es lo que era. La gestión de la incertidumbre, que tan hábilmente calzaba a la sociedad latinoamericana, hoy la más golpeada por las consecuencias de la pandemia, ¿alcanzará? ¿Seremos capaces para gestionar lo que se viene?

Se ha abierto la caja de Pandora, el miedo supura por todos los poros, pero el mal de los males acecha, se ha destruido la confianza, fallan las explicaciones, se disparan las sospechas, se expresan falsedades que no tardan en caer, los responsables parecen quedar impunes y ricos, se extiende la incertidumbre, la crisis de confianza en la gestión de las políticas de salud, de la sanidad, de los recursos, de la información, ha comenzado a golpear sobre todo a los más vulnerables; aún no sabemos todo y ya nos atemoriza, emergen intereses espurios y son políticos, hay más resentimientos, no hay consumo, menos burbujas, hasta los que pueden gastar ahorran de puro miedo. Todo el mundo está bajo sospecha, y ese miedo se reparte, en capas. Por la salud, por la economía, por lo que vendrá…

Ya son diez años y seguramente Joan nos hubiera ayudado a reflexionar sobre este mañana incierto. Hoy al recordarlo volvemos a sus textos, a sus pensamientos y solo podemos decirle: Gracias por todo.

¡Buen camino peregrino!

Se publicó en la revista Gobernanza de http://www.aigob.org