Rodrigo Paz asume la Presidencia y marca un quiebre con el ciclo del MAS: “Bolivia vuelve a creer”

La investidura de Rodrigo Paz Pereira como presidente de Bolivia marca un punto de inflexión en la historia reciente del país. Su discurso de posesión, directo y simbólico, trazó un contraste con el modelo político y económico que el Movimiento al Socialismo (MAS) sostuvo durante casi dos décadas.

“Recibimos un país devastado, con la economía quebrada y el Estado paralizado”, dijo el mandatario al anunciar su programa de gobierno, basado en el concepto de “capitalismo para todos”, una alternativa al estatismo dominante de los últimos 19 años.

El vicepresidente Edmand Lara reforzó esa visión al declarar que “Bolivia está herida, nos están dejando un país golpeado, pero nos vamos a levantar”. Ambos dirigentes simbolizan, según analistas, el inicio de una etapa política distinta, con el desafío de reconstruir la institucionalidad y la economía desde sus cimientos.

Un nuevo ciclo político y económico

El politólogo Marcelo Silva consideró que el primer discurso de Paz generó optimismo y confianza, destacando su tono realista y la consciencia del mandatario sobre la magnitud de la crisis. “El discurso no solo fue inspirador, también pragmático. Transmitió seguridad y una visión de Estado abierta al mundo, reflejada en la presencia de delegaciones internacionales y, en particular, de Estados Unidos”, comentó.

El contexto favorece al nuevo Gobierno. Tras años de desequilibrio fiscal, inflación y caída de las reservas, el liderazgo de Paz representa una esperanza de estabilidad, eficiencia y apertura a la inversión, especialmente para el sector privado.

“Ideología no pone comida en la mesa —dijo Paz—, lo que pone comida es el derecho al trabajo, instituciones fuertes y respeto a la propiedad privada.”

Lara, en tanto, lanzó una advertencia a los futuros ministros: “Si se desvían del camino y cometen corrupción, que se atengan a las consecuencias; donde empieza el deber, termina la amistad.”

El mensaje fue claro: fin de la impunidad y del uso político del Estado.

El legado del MAS y la promesa del cambio

El analista económico Gonzalo Chávez destacó que cada cambio de gobierno es “un ejercicio de fe cívica”, y que las palabras de Paz expresan una ilusión colectiva de recuperación. “La ciudadanía corta su rebanada de esperanza cada vez que hay elecciones. Esta vez se siente que el país puede volver a respirar”, afirmó.

Durante casi 20 años, el MAS gobernó con una narrativa identitaria y una fuerte centralización estatal. Ese modelo —coinciden expertos— generó dependencia, burocracia e ineficiencia, dejando al país vulnerable frente a la caída de precios de los hidrocarburos y la fuga de capital humano.

En su discurso, Paz también respondió a las críticas del mandatario venezolano Nicolás Maduro, reafirmando su compromiso con la democracia, la libertad y la soberanía nacional.

“Se respira otro aire, un aire de libertad”, expresó el exdiputado Guido Áñez, al señalar que Bolivia empieza “un proceso político y económico que puede trascender generaciones”.

El reto de transformar el discurso en gestión

Los analistas advierten que el cambio no será automático. El contexto político continúa polarizado y el país enfrenta una herencia institucional debilitada.

Para que este “nuevo tiempo” se traduzca en resultados concretos, se destacan tres condiciones esenciales:

  1. Gestión técnica y meritocrática, con un gabinete reducido y orientado a resultados.

  2. Credibilidad institucional, basada en transparencia y rendición de cuentas.

  3. Consenso político y territorial, que permita al nuevo Gobierno articular regiones y sectores.

El economista Chávez lo resume con una metáfora:

“Bolivia le entrega a Paz, en paz, su tesoro más valioso: la esperanza. No hay espacio para el error ni refugio para la duda. No se le entrega un cheque en blanco, sino un puente que debe unir regiones y almas heridas. Ese puente solo se sostiene con verdad, justicia y valentía.”

Una nueva era con desafíos mayúsculos

La dupla Paz-Lara inaugura una etapa política que promete eficiencia, institucionalidad y transparencia. Sin embargo, como señalan los expertos, no bastará con cambiar rostros: el desafío real es cambiar la lógica de poder, la cultura política y la gestión del Estado.

Si el Gobierno logra traducir su discurso en hechos —eficiencia, empleo y confianza—, podrá consolidar la esperanza de millones de bolivianos que hoy vuelven a creer. Si no, será solo un cambio de nombre en un país que exige transformaciones profundas.
FUENTE: EJU