Piensa globalmente, actúa localmente. -Patrick Geddes
Las llamas que encenderían nuestros corazones
Villa Montes. Una noche fría, alrededor una hoguera abrazadora, asistí una reunión de la Plataforma de Ambiental Villa Montes. Tuvo lugar en el patio bastante apto del Eco-Hotel Gota del Chaco por la Quebrada Caiguami. Allá aprendí que el grupo está compuesto de ciudadanos involucrados desde los pies hasta el cuello. Su pasión compartida: la salud de El Chaco Boreal… y las tragedias que la ha sucedido. Mientras la plataforma tiene algunos 40 interesados y una decena de organizaciones –todos animados-- en este mitin se sentaba algunos de los más activos. Bióloga Ludmila Pizarro. Ingeniera del medio ambiente Arlet Salazar. Educadora sobre la ecología Judith Heredia. Ciudadano “guerrillero” Roberto Aruquipa. Arquitecto Edward Mejía. El director de Seragro ingeniero Roberto Salazar. El coordinador de la Plataforma y jardinero urbano Regis Viveros.
Basura botada en los ríos, los bulevares, los parques, los bosques y las calles; en el aire y sobre la tierra: todos como ponzoña a los cuerpos de los seres vivos. Eso era la fuente de su intranquilidad. Mencionaron la contaminación química del Río Pilcomayo con su relacionado envenenamiento de los peces que nos disfrutamos. Pesticidas rociados en los cereales, los granos y las verduras que comemos. Hormonas inyectadas en las venas de los animales que devoramos. La amenaza al desierto subtropical de El Chaco por intención de quemar algún sin número de hectáreas de árboles para cultivar agricultura industrial. Y más. Varias estrategias se discutieron para aumentar interés tanto en la Alcaldía y la Gobernación como entre la gente. Lo que estamos perdiendo ante nuestros ojos, después de todo, es la inminente muerte de nuestro precioso hogar, la Pachamama, y con ella la propia extinción de la vida que ella hospeda. Pero… un gran fin de la reunión nos esperaba, apareciendo como un punto de exclamación: desde la calle un vecino nos llamó: “¡LLAMAS! ¡Hay un fuego en la quebrada!” Seguramente llamas amarillas y rojas tan altas como una algarroba estaban alcanzando por las estrellas, danzando al ritmo de su propio chisporroteo. Por años las orillas de la Quebrada Caiguami se había convertido en uno de los basureros no-oficiales en el municipio de Villa Montes. Cada día los ciudadanos llegarían en sus camionetas con bolsas de plásticos llenas de papel higiénico usado, botellas hechas de más plástico, llantas sin peldaños, televisores desfasados, etc. Cada noche una vagabunda, con sus bolsas andrajosas de sobrevivencia, dormiría entre un jardín de trash. Y así fue, hasta que la basura tenía la capacidad de encender espontáneamente.
La mañana después, Edward me iluminó sobre un predicamento plagando el grupo ecológico. Me dijo: “La Plataforma de Turismo estaba tomando vuelo como un cohete a la luna, sí con fondos, inversiones, ferias, tentativos hoteles, restaurantes, bodegas, tours recién inventados… y, ojalá, viajeros. Pero, pues, La Plataforma Ambiental, no ha tenido el mismo éxito”. “¿Por qué?” me preguntó.
No necesité más que una sola inspiración para responder. Mi opinión: primero, mientras se acerca la economía pos petróleo rápidamente, una basada en turismo tiene fuerza simplemente porque tiene que ver con dinero. Ganancia. Cuentas en el banco. Plata en el bolsillo. Comida en la mesa. Entretanto el vacío del entusiasmo para salvar el planeta parece, a primera vista, que no promesa eso en el nivel del Aquí-y-Ahora donde la mayoría de gente vive, mientras algunos sectores de la sociedad –-como los de recursos extractivos y agricultura industrial-- pueden tratar de hacer inversiones que cambian sus métodos y al mismo tiempo invitar una pérdida de sus beneficios.
Hay una locura escondida en tal vista sobre la debilidad de entusiasmo por el medio ambiente. Desde un panorama más completa que la bolsa de una persona, tratar de salvar el medio ambiente ahora promete exactamente lo que estamos perdiendo: el futuro. Si continúan los mecanismos del “Progreso linear” como están operando en la “cultura” moderna, la agricultura industrial se colapsará por falta de condiciones ecológicas; el aire, los ríos, el mar, la lluvia, la tierra, nuestros cuerpos estarán contaminado más allá de recuperación; y la extinción de los animales y las plantas que suportan la ecología eliminará la posibilidad de cualquiera vida.
Segundo --y aquí escribo con compasión— hay otra locura. Para tan solo eliminar las amenazas presenta un desafío demasiado abrumador para contemplar la psique humana. Sí, podemos decir que cada aspecto --y todos aspectos juntos-- de nuestra sobrevivencia es demasiado. Tales estaban creados por la expansión del control humano empezando durante la era neolítica, los consiguientes mega-sociedades desarrollaron con sus inherentes jerarquías, injusticias, y guerras; además la fundación de estados-naciones con sus uber-ciudades, sus armas y ejércitos, sus métodos tóxicos de producción masiva, y el aumento de inevitables enfermedades físicas, mentales y espirituales entre los humanos. Como saben bien psiquiatras, psicólogas y eco-psicólogas, cuando un problema presenta como totalmente desviable, la tendencia es negar su existencia. En su libro Death in Life: Survivors of Hiroshima (Muerte en Vida: sobrevivientes de Hiroshima), Dr. Robert Lifton la llamó psychic numbing, en castellano adormecimiento psíquico.Pero, estimado lector, la ahora es tarde. Demasiado tarde. El momento ha llegado para romper tal negación tan peligrosa a nuestra sobrevivencia. Después de décadas desde Hiroshima, grandes porciones del mundo de repente, en los 1980s, incendiaron un fuego en sus propias psiques para hacer exactamente eso sobre la amenaza bombas nucleares y la competencia global por más y más armas…
¡Ahora la Tierra, nuestro hogar, está metida en un desastre aún más desastroso!