Juan Jijena, el hombre que salvó a cientos de recién nacidos
Juan Manuel Jijena, después de haber estudiado Medicina en la Universidad Nacional de La Plata, hizo la especialidad de Pediatría y una pasantía de Neonatología durante un año, lo que le permitió -cuando llegó a su tierra natal Tarija, en junio de 1979- hacer las cosas como aprendió en sus años de aprendizaje.
Sin embargo, se encontró con que el servicio de Neonatología ubicado en el antiguo Hospital de Niños, sólo contaba con un cuarto y un tubo de oxígeno. Desde ese momento empezó un trabajo titánico de transformación. Tumbó paredes para ampliar el ambiente a dos piezas con ventanas al pasillo para que la gente pueda ver a sus recién nacidos cuando estén internados.
Con el tiempo puso su oficina, un espacio para las enfermeras y el lactario, donde las madres podían sacarse leche, y cuando no lo hacían, usaban formulas alimenticias. “Ya teníamos todo completo. Ahí recién comenzó mi actividad”, afirma.
Recordó que en esa época no había equipos importantes en nuestro medio, por lo que tuvo que traer algunos equipos, por ejemplo, para hacer los recambios de sangre, transfusiones, luminoterapia, “estas cosas hoy parecen de rutina, pero para ese tiempo eran una novedad y de forma progresiva pudimos comprar algunos dispositivos”, cuenta.
Sin embargo, aún era demasiada pobre la implementación del servicio respecto a los lugares donde se formó. “Me sentía demasiado solo en esa época tanto que tenía que quedarme mucho tiempo en internación porque no había otra gente que pudiera colaborar”. De esta manera, tuvo que comenzar a formar a las enfermeras en Neonatología para que pudieran ayudarle.
Enfundado en su bata blanca, nostálgico recuerda que muchas vidas se salvaron en ese tiempo, incluso muchos de sus pacientes ahora tienen más de 30 años y lo visitan con sus hijos.
Traslado
En el año 1989, diez años después, el servicio se trasladó al Hospital Regional San Juan de Dios (HRSJD), que al ser construido por una empresa francesa, el equipamiento era de esa nacionalidad, por lo que se pudo mejorar la atención. Ya contaban con cinco incubadoras, oxígeno integrado, aire comprimido y aspiradores mecánicos.
“Realmente fue una alegría porque me sentía en casa nueva y con equipo nuevo, ameritaba que viaje al exterior para capacitarme aún más, la tecnología que tenía superaba mis conocimientos. También visitó Uruguay, Chile y EEUU para buscar más conocimiento con el objetivo de mejorar el servicio.
En 1990 por primera vez empezaron a utilizar los ventiladores, había uno denominado CPAP, para dar asistencia a los recién nacidos prematuros que tenían dificultades respiratorias, era el único que tenían y salvó muchas vidas. Se compró otro ventilador y Jijena tuvo que ir a Chile para aprender a manejarlo.
Capacitación
También inició con la capacitación de las enfermeras. Tal era su entusiasmo que una de ellas se fue a la Universidad Católica de Chile para hacer una pasantía de un mes, a su vuelta capacitó a las restantes. “El trabajo de terapia Intensiva en el recién nacido necesita de un grupo de médicos y enfermeras, uno solo poco a nada puede hacer”, apuntó.
Por ejemplo, como era el único que manejaba el ventilador, hubo ocasiones que debía quedarse por las noches a dormir el tiempo que los recién nacidos necesitaban usarlo, a veces siete a diez días. “El hospital siempre era mi casa, aparecía en mi domicilio para bañarme y luego desparecía, yo echaba de menos el hospital y mi familia me echaba de menos a mí”, agrega.
El servicio fue creciendo, la cantidad de pacientes se incrementaba, sobrevivían muchos recién nacidos que antes se morían, por lo que en 1994 ampliaron sus ambientes. Al principio parecía una cancha de fútbol por lo grande y por la cantidad de pacientes, y al fin el servicio tenía lo que en otros lugares donde estudió, lo diseñó junto a los arquitectos y a quienes instalaron las redes de gases y electricidad.
Así, la unidad de enfermería se capacitaba cada vez más, se realizaban cursos de Neonatología con profesionales venidos de la Universidad Católica de Chile. Comenzó con cuatro colaboradoras y de manera progresiva fueron aumentando a unas diez.
Además que se adquirieron nuevos equipos, más incubadoras, nuevos ventiladores, monitores multiparamédicos, saturómetros y se utilizó el sulfatante para los prematuros. Esto sucedió a finales de los años 90.
Los avances científicos y tecnológicos avanzaron rápidamente y tenía que ir al paso de ellos, por lo que nuevamente realizó viajes para adquirir conocimientos. De esta manera fue al Instituto Nacional de Perinatología a México, donde recibió ventiladores nuevos y no de fácil manejo. Luego se fue al Hospital de la Paz en Madrid, donde curso una pasantía en Terapia Intensiva, se perfeccionó en Ventilación de Alta Frecuencia y Ventilación Volumétrica.
Apuntó que tuvo fortuna con los directores del hospital porque las cosas que pedía se la otorgaban, ya tenían como siete ventiladores, incubadoras de Terapia Intensiva, con lo que se logró disminuir la mortalidad de los nacidos prematuros, además que se los entregaba con calidad de vida.
“Muchas veces sobreviven los recién nacidos, pero lastimosamente presentan algunos problemas neurológicos que cuando son pequeñitos en la alta no se nota, pero cuando van creciendo recién afloran”, explica.
Con el tiempo empezó a contar con especialistas como el oftalmólogo Gustavo Aguirre, quien lo acompaña desde hace 25 años y que se dedicó al estudio de la retinopatía en los recién nacidos e incursionó en la crioterapia para el tratamiento de esta dolencia que hoy en díase la aborda con una laserterapia.
Grupo humano
En junio de este año el Servicio de Neonatología cumplirá 40 años. Jijena se muestra contento porque éste llegó a ser la mejor de Bolivia, no solo por la infraestructura, sino por la gente que trabaja con él.
En total cuenta con 50 enfermeras en distintos turnos y neonatólogos que brindan atención especializada los 365 días del año. Los enumera orgulloso: Shirley Cuenca, Gilma Castillo y Carolina Celis, los pediatras Mimí Ceballos y José Rivero, además de las medicas Melvi Choque y Ana Pinto, más la colaboración del doctor Marcelo Jerez en Maternidad.
“Ellos nos permiten trabajar mejor las 24 horas del día, porque hasta hace unos cuantos años dependíamos de los médicos de guardia de Pediatría, que nos daban una mano para venir en la noche los sábados y domingos. Actualmente, la mayor parte del tiempo lo cubrimos con especialistas y eso es una ventaja para el recién nacido porque uniformamos el diagnóstico, el tratamiento y el seguimiento”, asegura.
Todo el personal con el que trabaja ha recibido cursos de especialización en países del exterior, además que desde hace seis años cuentan con un curso continuo para enfermeras, de tal manera que reciben actualizaciones de forma permanente sobre Neonatología.
APUNTES SOBRE EL SERVICIO QUE BRINDA
Atención
Jijena: “Lo que hacemos aquí lo hacen en Santiago, Buenos Aires, Madrid, Miami, seguramente tienen más equipos, más grandes, con más subespecialistas que ayudan en el manejo, pero yo me siento contento porque resulta que hacemos lo que hacen en otro lado”.
Cobertura
Recibe pacientes de Villa Montes, Yacuiba, Bermejo, Entre Ríos, San Lorenzo, Padcaya, de todo el departamento, además de poblaciones del sur del país como Tupiza, Villazón, Camargo, Sucre y Potosí.
Incubadoras
Cuenta con 15 incubadoras para terapia intensiva y para terapia intermedia con ocho a diez unidades, además del cuidado mínimo tiene la capacidad para recibir a 25 neonatos. Sin embargo, cuando llega a esta cantidad el personal le queda corto. “Eso disminuye la calidad de atención y comienzan las infecciones y una infección para un recién nacido significa casi la muerte”.
Fuente: El País
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