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¿Hacia dónde marcha Tarija? Reservas de gas sólo por una década
Publicado en Tarija200|Abril 2011|Edición N° 1
Las reservas de gas natural son escasas en Bolivia, la cruda realidad muestra al sector hidrocarburífero sumido en la peor crisis de estos últimos 10 años. Es lógico, al espantarse las inversiones e imponer nuevas reglas de juego, las empresas extranjeras optaron por dejar de lado la tarea de exploración en los megacampos como San Alberto y San Antonio, operados por Petrobras, Margarita, por Repsol-YPF, y del propio reservorio de Itaú, donde desarrolla actividades la francesa Total.
Invertir en Bolivia es poco atrayente y Petrobras optó por continuar con la explotación de San Alberto y San Antonio, dejó de pensar en perforar nuevos pozos y mejorar la capacidad productiva de gas natural.
El contrato con Brasil es hasta el 2019 y la cantidad de gas boliviano previsto, según el contrato, es de 30.8 millones de metros cúbicos por día (MM3D), sin considerar los requerimientos solicitados por la República Argentina.
El agotamiento en los megacampos es notorio, la declinación en los pozos es indudable y al no haberse tomado los recaudos suficientes y oportunos, la factura la recibió el gobierno nacional con la certificación presentada por la estadounidense Ryder Scout, donde se sostiene que son 9,94 trillones de pies cúbicos como reserva (TCF).
Tan sombrío panorama pone en tela de juicio la futura exportación de 27,7 MM3D a la Argentina, con un contrato hasta el 2026, además, el consumo interno tiende a incrementarse aceleradamente.
Hace años era común escuchar el famoso Joint Venture (riesgo compartido) entre las empresas, las transnacionales invirtieron bastantes recursos en exploración y en la instalación de plantas separadoras de gas y petróleo, como Petrobras en los megacampos San Alberto y San Antonio, además de construir un gasoducto hasta la frontera con el Brasil.
Ahora es poco probable pensar en inversiones en Bolivia, si observamos que los brasileños efectuaron importantes descubrimientos de yacimientos gasíferos en su territorio. Perú no se detuvo con el campo de Camisea y prosiguió con la tarea exploratoria, mientras en el país dejamos marchar a las empresas responsables de la perforación de pozos y al mismo tiempo permitimos la salida de los equipos utilizados en dicha labor.
Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) no tiene la estatura suficiente para emprender tareas explorativas y en vez de buscar nuevas reservas, lo correcto es proseguir con la perforación de pozos en campos en actual producción, quizás en una tarea conjunta con las empresas extranjeras que operan las áreas concedidas.
NACIONALIZACIÓN
¿La nacionalización de los hidrocarburos tuvo algún impacto en la economía boliviana? La respuesta es evidente ante el descalabro en el rubro más importante del país. El gobierno pensó en sacarle toda la leche a la vaca y nunca le dió de comer, bajo tales circunstancias era evidente que iba a disminuir la capacidad productiva; ahora tenemos a un sector que languidece por la falta de inversiones, tampoco existe seguridad jurídica porque las transnacionales no pretenden seguir inyectando más recursos si temen no recuperarlos por los cambios constantes en el área hidrocarburífera. La situación es crítica.
El incremento en el precio del petróleo favoreció a Bolivia con la exportación de gas natural en los últimos años, lo grave es no haber intentado llevar adelante el proceso de industrialización. Los anuncios quedaron en buenas intenciones y las mentadas plantas separadoras de líquidos nunca lograron viabilizarse, siendo la mayor frustración para el departamento de Tarija.
REGALÍAS
Si la desaparecida Corporación de Desarrollo de Tarija (CODETAR) manejó alrededor de 140 millones de dólares por la exportación de gas natural a la República Argentina, hace 25 años, ahora los ingresos por la compra-venta del energético al Brasil, desde el 2000, se dispararon.
Los presupuestos cada año se multiplicaron y el Chaco solicitó, por tratarse de una región productora de hidrocarburos, un 45% de dichos ingresos por regalías; algunos sectores plantearon una distribución del resto de recursos, al parecer creen que se trata de una especie de pasanaku (donde los participantes deciden distribuirse los fondos aportados).
Actualmente el presupuesto departamental se sustenta en un 85% por concepto de regalías hidrocarburíferas, los proyectos de impacto social (construcción de caminos, represas y otros) son financiados con la exportación del gas natural.
Podemos retornar a la década del ’90 cuando los ingresos no superaban los 6 a 8 millones de dólares anuales, entonces los cívicos emprendían la letanía de marchar a La Paz con el afán de ser escuchados por el gobierno de turno.
Mientras prosigan las pugnas políticas con denuncias de diversa índole y descuidemos al sector hidrocarbuífero, principal fuente de riqueza del departamento, los resultados estarán a la vista porque nadie podrá reclamarle al gobierno la poca visión de proteger a la “vaca lechera” y, por el contrario, el de haber firmado su certificado de defunción.