Retos del desarrollo en Bolivia

Tendencias económicas y sociales a mediano plazo

Plataforma de extracción de crudo

La economía boliviana creció casi un 300% entre 2005 y 2016.

El crecimiento económico vino acompañado de un contexto externo favorable y un mayor rol del Estado en la economía. Esto se reflejó, fundamentalmente, en el aumento del nivel de la inversión pública y la creación de nuevas empresas estatales, ambos financiados con fondos públicos. El auge de las materias primas impulsó el crecimiento y aumentó las reservas internacionales, pero desde 2014 la situación macroeconómica se ha deteriorado, aunque esto ha sido parcialmente compensado con los amortiguadores acumulados durante el auge. En promedio, la economía boliviana creció un 5% anual en 2005-2014, y un 4,5% en 2015-2017.1 Esta desaceleración es el resultado de la reducción de los precios de las exportaciones tradicionales, sobre todo el gas natural, que afectó la balanza fiscal y de cuenta corriente.

La economía depende, en gran medida, del rendimiento de su sector extractivo, sobre todo la minería y los hidrocarburos.

Las exportaciones de los sectores mineros y de hidrocarburos representaron, en promedio, un 78% del valor total exportado por Bolivia en los últimos cinco años y alcanzaron el 56% en 2017. En el ámbito fiscal, los ingresos por las ventas de hidrocarburos representaron, en promedio, un 43% de los ingresos del sector público no financiero (SPNF) en los últimos cinco años. Estos permitieron al país acumular amortiguadores bajo la forma de reservas internacionales (RIN), que alcanzaron un máximo de USD 15.477 millones (el 50% del PIB) en noviembre de 2014.

La tasa de crecimiento se mantuvo gracias al dinamismo de la inversión pública.

El país no experimentó la disminución del crecimiento que sufrieron otros exportadores de materias primas. El gobierno aplicó una política contracíclica, que incluía altos niveles de inversión pública; durante 2010- 2016, representó un promedio del 12% del PIB. Esta inversión se financió principalmente, con recursos de las RIN acumuladas durante los años del auge y con deuda externa, que alcanzó los USD 9.303 millones (24,6% del PIB) en 2017. Esta estrategia ha permitido al gobierno impulsar la demanda interna y sostener las tasas de crecimiento, pero también ha generado un deterioro de la balanza fiscal, que pasó de un superávit promedio de 1,4% del PIB en 2005-2013 a déficits del orden del 6% entre 2014 y 2017. De la misma manera, hay evidencia de un deterioro en el balance de cuenta corriente, que en 2017 registró un déficit de aproximadamente el 5% del PIB, además de una disminución de las RIN, que a finales de 2017 representaban el 27% del PIB. La disminución de las reservas se asocia con préstamos otorgados por el Banco Central de Bolivia (BCB) a las empresas públicas, como quedó establecido en la Estrategia de Inversión del Estado, y con la apreciación real de la moneda que se estima en aproximadamente el 25% desde finales de 2011.

Los niveles de pobreza y desigualdad se han reducido durante la última década.

Entre 2007 y 2015 Bolivia consiguió reducir significativamente los niveles de la pobreza moderada y extrema, así como la desigualdad en la distribución del ingreso. Por ejemplo, la incidencia de la pobreza moderada y extrema disminuyó en aproximadamente 21 puntos porcentuales en este período en ambos casos, mientras que el coeficiente Gini disminuyó de 0,56 a 0,47, lo que refleja una disminución de la desigualdad del ingreso. Estos datos reflejaron mejoras en las rentas salariales, especialmente de las personas de la parte baja de la distribución del ingreso, así como el efecto redistributivo positivo de las transferencias monetarias hechas por el gobierno a grupos vulnerables, como las personas de edad avanzada, las mujeres embarazadas, los niños y los alumnos en el sistema de educación pública. Sin embargo, desde 2015 se ha producido una reversión de estas tendencias como resultado de una desaceleración de la economía boliviana.

 

Fuente: Banco Interamericano de Desarrollo (BID)