Soldados bolivianos transportando agua en la Guerra del Chaco: heroísmo bajo fuego y sed

En esta impactante imagen de la Guerra del Chaco (1932–1935), se observa a dos soldados bolivianos cargando caramañolas llenas de agua, destinadas a sus compañeros en la línea de combate. Las caramañolas, del modelo Vickers de fabricación británica, tenían una capacidad de 2 litros cada una, lo que implica que cada litro equivalía a 1 kilo de peso.

¡Haga cuentas! Si un soldado cargaba entre 10 y 15 caramañolas, el peso total podía superar fácilmente los 20 a 30 kilos… ¡solo en agua! A eso había que sumar su fusil, equipo personal y el uniforme militar. Todo este esfuerzo físico era realizado bajo un sol inclemente, en el implacable Chaco Boreal, y muchas veces a riesgo de ser alcanzados por el fuego enemigo, estos hombre dieron todo por la patria en el candente sol del Chaco tarijeño defendiendo la patria.

Un detalle que llama la atención: el soldado a la derecha de la imagen, además de portar su fusil, lleva en la boca un acullico o bolo de hojas de coca, una práctica ancestral usada para mitigar el cansancio, el hambre y la sed. Esta planta sagrada era una aliada silenciosa del combatiente chaqueño.

La escena en el Chaco Tarijeño es un reflejo del sacrificio humano en una de las guerras más duras del siglo XX en Sudamérica, donde el agua era tan valiosa como las balas y donde la resistencia del soldado boliviano no solo se medía en combate, sino en su capacidad de sobrevivir al calor, la sed y el abandono.