Jóvenes Weenhayek elaboran murales para rescatar su cultura

El pintado de murales en Capirendita en enero de este año se realizó con el objetivo de rescatar y revalorizar de la cultura Weenhayek a través del arte, fue la motivación para la proyección de esta actividad que se complementó con talleres donde participaron jóvenes de la zona, informó el gestor cultural, Roberto Balderas.

Los murales expresan una historia, un mensaje con un proceso el tiempo con acciones y hechos donde destacan personas que son representantes genuinos de quienes plasmaron el recorrido de la comunidad donde ellos se ven y se miran.

Las labores

El trabajo comenzó la primera semana de enero bajo la responsabilidad del muralista Ernesto Zanier, quien llevó adelante el diseño y armado del proyecto, que contó con muchos colaboradores.

Según el presupuesto, se contaba con la remuneración para dos jóvenes aprendices, pero se tuvo más de seis que durante el pintado participaron de manera activa en la elaboración de los trabajos, se hicieron responsables de parte de los murales y le dieron los toques detallados a la obra fina.

Antes de emprender esta actividad se realizaron dos talleres donde se abordaron los contenidos de las obras en el que estuvo presente el líder de la comunidad, Freddy Cortez, que tomó la responsabilidad de la conducción de esa cultura.

Se trata del encargado del arte de la comunidad, él, junto a sus familiares y otros jóvenes, junto a músicos que acompañaron el proceso establecieron los lugares donde se instalaron las obras de arte, por ejemplo en una carretera donde se puede ver desde lejos el mural.

Un mural fue realizado en el Centro de Arte y Cultura Weenhayek, otro fue en un internado donde se alojan jóvenes de diferentes comunidades del lugar. “El evento aportó mucho para abordar los conceptos propios de esta cultura que dejaron huella y son el impulso para el futuro”, apuntó Banderas.

Son tres murales en los que participaron más de 30 jóvenes, estas actividades provocaron las expectativas en la población porque reunía gente para que puedan compartir y socializar en base a la gestión cultural y el rescate de las tradiciones de la cultura Weenhayek.

Hasta 2019 se realizaron algunas visitas de lo que será la Ruta Turística del Pueblo Weenhayek, un trabajo que apunta a consolidar a esta comunidad como un destino para los visitantes y que es responsabilidad de la Unidad de Turismo y Cultura de la Subgobernación de Villa Montes.

El objetivo es dar una alternativa turística que permita conocer y revalorizar la cultura de ese pueblo ancestral de la región chaqueña. Como un ensayo de lo que será esa ruta, se realizó una visita a la zona del río Pilcomayo en el sector del puente Capitán Ustarez, donde una ex autoridad de ese pueblo, Alfredo Cortez, relató la historia y vida, sus formas de organización y cómo cambió con el transcurrir de los años.

Historia del pueblo Weenhayek del Chaco

Los Weenhayek son también denominados mocetenes o matacos, debido al dialecto del idioma wichí que ellos hablan. El idioma wichí forma parte de la familia lingüística mataco-guaicurú, subfamilia mataco-mataguayo.

Muchos antropólogos atribuyen a los wichís un origen patagónico, aunque con indudables influjos y aportes amazónicos y andinos, lo cual se ve reflejado en sus tallas, sus estaturas son generalmente menores que las de otras etnias chaqueñas.

El sistema de creencias de los wichís ha sido incluido por los antropólogos en el animismo y el chamanismo, rendían culto a los seres de la naturaleza y poseían la noción de un ser superior (Tokuah o Tokuaj) que regía al mundo. Desde 1943 la Misión Sueca Libre actuó entre los weenhayek de Bolivia.

En las misiones franciscanas de Bolivia, entre los guaraníes fueron también reducidos los grupos de weenhayek. La primera mención de los mocetenes es de 1843, en el informe de la expedición boliviana de Manuel Rodríguez Magariños al Pilcomayo boliviano, quien los nombra ojetenes.

En 1905 Bolivia secularizó las misiones y las tierras fueron adjudicadas a terratenientes. En 1915 tuvo lugar la Matanza del Algodonal cerca de Crevaux en Bolivia, cuando un grupo de militares y criollos reunieron a un grupo de caciques weenhayek y los asesinaron.

En 1987 fue fundado el Comité Indígena Mataco, que en 1994 incorporó a los tapietes y organizaron un sistema de capitanías similar al de los ava guaraníes, por lo que fue creada la Organización de Capitanes Weenhayek y Tapietes (Orcaweta).

Un decreto supremo de 1993 les otorgó 195.659 hectáreas en convenios con los hacendados. El territorio fue dividido en dos áreas, en las secciones municipales Villa Montes, Crevaux, D’Orbigny, Villa Ingavi de la provincia Gran Chaco.