Francisco, el papa de los desfavorecidos que intentó cambiar la Iglesia

Francisco, fallecido este lunes a los 88 años, fue el papa de los desfavorecidos durante sus poco más de 12 años de pontificado, en los que intentó cambiar los mecanismos de una Iglesia demasiado centralizada en la Curia romana, atajar sus abusos y modificar su lenguaje para hablar de misericordia y de los últimos. Sólo el tiempo y su sucesor podrán corroborar si lo consiguió.

El argentino Jorge Mario Bergoglio, que falleció a las 7.35 horas (5.35 GMT) en su residencia la Casa Santa Marta, fue el primer papa no europeo y el primer jesuita que resultó elegido aquel 13 de marzo de 2013, después de que durante las reuniones previas al cónclave convenciese a una mayoría de cardenales con un discurso de cambio y de descentralización de la Iglesia.

El papa Francisco en una imagen de 2024. EFE/EPA/Fabio Frustaci

A los fieles, este cardenal argentino considerado dialogante y moderado -aunque se había opuesto con fuerza al kirchnerismo por la ley del aborto o el matrimonio homosexual-, amante del tango e hincha del equipo de fútbol San Lorenzo, se presentó con un sencillo «buenas tardes» y añadió: «Se ve que los cardenales han querido elegir al obispo de Roma en el fin del mundo».

A Francisco le tocó un pontificado anómalo tras la renuncia de Benedicto XVI, con dos papas que convivieron durante casi 10 años en el Vaticano, y, aunque según Bergoglio la relación fue muy buena, en algunos momentos sacó a relucir las dos alas de la Iglesia, la moderada y la más conservadora y reaccionaria.

El papa de los pobres

El papa que eligió el nombre de Francisco después de que el cardenal brasileño Hummes le dijese «acuérdate de los pobres», tras su elección en la Capilla Sixtina, destacó en su primer discurso la idea de una «Iglesia pobre para los pobres» y desde entonces todos sus esfuerzos se han centrado en reformar la Santa Sede, quitar privilegios a los cardenales y hacer más transparentes las finanzas descontroladas, lo que le ha creado más de un enemigo dentro de la Iglesia.

Su gran cambio fue la nueva Constitución «Praedicate Evangelium» (Predicad el Evangelio), que modificó la administración del Vaticano con nuevos ministerios como el de Evangelización o el de Economía, el cual asumió todo el control de los fondos para evitar ilegalidades.

El gran problema que tuvo que asumir fueron los abusos sexuales por parte de sacerdotes. Tuvo claro que uno de sus objetivos era la lucha contra la pederastia en el seno de la Iglesia y la escucha a las víctimas y dio una serie de reglas para que en las diócesis del mundo se pudiera acabar con esta lacra. Aunque algunos recientes casos han dejado claro que aún la Iglesia tiene mucho que hacer.

Sus viajes a las periferias del mundo

Además, Francisco introdujo un nuevo lenguaje en la Iglesia católica que, animada por sus discursos y sus viajes apostólicos, ha comenzado a ocuparse de los más necesitados, de los últimos, de las «periferias existenciales», término acuñado por Bergoglio y que resume la dirección de su magisterio.

Así quedó también reflejado en sus viajes, que comenzaron con Lampedusa, la pequeña isla siciliana que significa una «puerta para Europa» para miles de migrantes, además de en sus .47 visitas internacionales donde tocó países con pequeñas minorías católicas.

La Iglesia con Francisco también ha empezado a hablar de acogida a los homosexuales y a los divorciados vueltos a casar, algo que hace algunos años era impensable.