Diez ideas para mejorar la resiliencia urbana

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El cambio climático está aumentando la magnitud y la frecuencia de eventos extremos, posicionando a las amenazas ambientales como una Tereca dimensión para el famoso dicho “nada es seguro excepto la muerte y los impuestos”. Estas catástrofes afectan la capacidad fiscal de las ciudades, afectando los ingresos municipales e imponiendo, en última instancia, mayores impuestos y dolorosas medidas de austeridad. Los alcaldes pasan a actuar como primera línea de respuesta a emergencias, sintiendo que hay muy poco que puedan hacer para evitarlo. 

En lugar de dejar que la negación y la ansiedad guíen nuestro camino, desde el Laboratorio de Ciudades del BID queremos ofrecer ideas prácticas para promover una cultura de resiliencia climática en la región. Hablándole a alcaldes y a entusiastas del urbanismo. Queremos dejar claro que es posible nombrar y reconocer los desafíos ambientales que enfrentamos hoy con alegría y optimismo (y no necesariamente a través del miedo o el sufrimiento). Por eso hemos reunido diez ideas amplias, llenas de consejos prácticos, destinadas a inspirar a los campeones urbanos a construir ciudades más resilientes. 

Prepararse es clave 

Hay muchas cosas que se pueden hacer a nivel local. Incorpore la idea de preparación en su vocabulario, compártala con su equipo, ciudadanos y grupos comunitarios. Desarrolle y actualice regularmente un plan de emergencia integral. Realice simulacros frecuentes y proporcione recursos y capacitación para garantizar que todos los residentes sepan qué hacer en caso de desastre. Sea consciente de cómo las noticias falsas pueden debilitar la adherencia a la comunicación gubernamental. Promueva la confianza, especialmente en tiempos difíciles. Sea honesto sobre el proceso de aprendizaje. Considere la creación de un “Día de la Preparación”. Es importante mantener un tono asertivo y positivo al comunicar. 

Todo gira en torno a las personas 

Las personas se verán gravemente afectadas por el clima, pero de diferentes maneras. Los niños, los ancianos, las mujeres, los descendientes africanos, los pueblos nativos y las personas de menores recursos sufrirán más y de diferentes maneras. Considere las necesidades de cada grupo social específico. La protección holística crea redes más fuertes y de mayor alcance. Trabaje activamente para escuchar a diversos grupos, use datos e incluya todo esto en los procesos de toma de decisiones. Cree condiciones para gestionar riesgos con atención a la diversidad y la inclusión. Esto mejorará la resiliencia de la ciudad.

De su apoyo a líderes comunitarios y asegúrese de que los equipos de la ciudad los conozcan. Deben ser amigos. Deben compartir números de teléfono y contactos en aplicaciones de mensajería. Los referentes barriales y el personal municipal deben reconocerse como un solo equipo. Esto será crucial bajo presión. Sea transparente sobre los lugares con alto potencial de riesgo. Comparta esta información. Reconozca que las comunidades concentran conocimiento territorial, que es esencial para la gestión de crisis. Respete este conocimiento y apóyelo, porque mejora la cohesión social ante la adversidad. 

Digital, con datos y con determinación 

Tal vez no tenga los recursos para transformar su ciudad en una ciudad inteligente de última generación. Aun así, debe generar bases de datos coherentes, desarrollar mapas dinámicos y facilitar el acceso a datos públicos. Considere nombrar a un Director de Datos que atraiga individuos talentosos, incluso cuando sea difícil competir con los salarios del sector privado. Todo se trata de las personas; recuerde la Segunda Idea. Inicie diálogos con universidades y centros de conocimiento. Existen muchas soluciones de código abierto que puede adoptar, como el Urban Planning Toolkit del Laboratorio de Ciudades. Saber “qué” y “dónde” es crucial; por ejemplo, puede usar tecnología abierta de inteligencia artificial e imágenes satelitales de acceso libre para hacer visibles los asentamientos informales donde más hacen falta los servicios públicos. Centrándose en la mitigación de riesgos puede lograr la transformación digital, la creación de empleo, la inclusión y mejores condiciones para que los negocios locales prosperen y atraigan inversiones privadas a su ciudad. 

Implementar soluciones basadas en la naturaleza 

Es curioso que después de miles de años en este planeta tengamos que señalar algo obvio: “sigamos el ejemplo de la naturaleza”. Adopte diseños de infraestructura y soluciones que valoren la naturaleza. Sea audaz y reabra barrancos, arroyos y ríos. Las superficies permeables, techos verdes y jardines de lluvia reducirán las inundaciones, mejorarán la calidad del agua y mantendrán el entorno construido como parte del ciclo de vida y no como anti-naturaleza. Cree parques, promueva la biodiversidad, recupere el ciclo del agua y reduzca el calor urbano. Los árboles son la solución más eficiente para promover la sombra, reduciendo la radiación térmica del entorno construido. Monitoree las islas de calor urbanas utilizando esta herramienta digital desarrollada por el Laboratorio de Ciudades. 

La regulación puede ser aburrida, ¡pero funciona! 

La regulación es el alma de la planificación y de la gobernanza urbana. Tiene el poder de dar forma a la ciudad, impactando directamente en su resiliencia. Permitir áreas más densas en el centro de la ciudad puede contener la expansión urbana y reducir la huella de carbono. Entregue permisos de construcción de manera rápida y oportuna. Fomente materiales renovables, empresas neutrales en carbono, soluciones de mercado para la gestión de residuos sólidos; estas medidas también pueden crear empleos en la economía verde. Vea este proyecto del Laboratorio de Ciudades, que resultó en nueva regulación aprobando el reciclado de residuos sólidos en la construcción de viviendas. También ponga su atención en los proveedores y contratistas del municipio. Es posible desarrollar procesos de adquisición que apoyen la sostenibilidad, incluyendo variables ambientales en las matrices de evaluación. El poder de compra de su ciudad puede atraer nuevas empresas. Las ciudades inteligentes comienzan con leyes inteligentes. 

La provisión de vivienda, la salud y la sostenibilidad 

La pandemia de COVID-19 nos mostró cuánto dependemos de moradas saludables. La vivienda precaria, el hacinamiento y los edificios inseguros son la representación construida de la inequidad territorial, que afecta la esperanza de vida de las personas. Los desastres climáticos revelan la fragilidad de los barrios periféricos y asentamientos informales. Entienda que la vivienda de baja calidad representa la mayor proporción del déficit habitacional en la región. Mejorar la vivienda existente puede tener un gran impacto en la salud pública. Es posible solucionar deficiencias de ventilación, capturar agua de lluvia, reutilizar aguas grises, producir alimentos, tratar aguas residuales in-situ, y producir biogás a partir de residuos orgánicos. Al producir nuevas viviendas, considere la importancia de la ubicación y cómo su producción debe garantizar eficiencia energética y bajas emisiones de carbono; aprenda lo básico sobre viviendas verdes y resilientes con este curso en línea. Recuerde que el diseño es la diferencia entre un edificio contaminante y una vivienda eficiente. 

Movilidad para las personas, no para los autos 

Si ha leído el periódico en los últimos cuatro años, ya sabe lo que es una ciudad de 15 minutos. Un barrio compacto y accesible a pie o en bicicleta, con usos mixtos, requiere menos viajes en automóviles privados. Esto reduce el ruido, mejora la calidad del aire y también disminuye las emisiones de carbono; el transporte representa un tercio de las emisiones totales. Mejorar el transporte público, desalentar el uso de vehículos privados, cambiar la mentalidad de planificación centrada en el automóvil, ofrecer más espacio a las personas y la naturaleza, son enfoques viables para descarbonizar las ciudades. En lugar de esperar la concreción de grandes transformaciones, comience a ofrecer mejores aceras, carriles seguros para bicicletas y soluciones de micromovilidad compartida. Mejorará la calidad del aire, hará más simple la logística de última milla y reducirá las emisiones. 

Uso sostenible del suelo 

La urbanización rápida puede tener un impacto negativo en los biomas, los recursos hídricos, los bosques, las emisiones de carbono y las temperaturas urbanas. Se pueden superar los viejos conceptos de la planificación funcional aprobando nuevas zonas con usos mixtos, y también permitiendo diversidad de actividades en áreas consolidadas. Alentar la densificación puede poner a la ciudad en el camino del desarrollo urbano sostenible; la expansión de baja densidad puede aumentar la huella de carbono per cápita y resultar en mayores costos en la provisión de infraestructura (puede ver cómo está creciendo su ciudad una de herramienta abierta del Laboratorio de Ciudades). La vivienda, los negocios, los servicios públicos, los empleos y las oportunidades pueden coexistir en proximidad. Aprenda a hacer crecer su ciudad sin expandirla. Pero recuerde que si planifica, debe evaluar regularmente los resultados y reevaluar sus premisas.  

¡No está solo! 

Si queremos un futuro más resiliente necesitamos ajustar la forma en que construimos y gobernamos nuestras ciudades, agregando naturaleza en su interior y preservando los ecosistemas que las rodean. La forma que les demos determinará nuestra calidad de vida en los próximos años. Esta tarea no se lleva a cabo de forma aislada o por medio de instituciones abstractas. La hacen los líderes urbanos, y esto es una convocatoria. Desde el Laboratorio de Ciudades del BID desarrollamos herramientas digitales, guías metodológicas y productos de conocimiento para ayudar a los líderes urbanos a mejorar las ciudades en América Latina y el Caribe. Estamos juntos en esta misión. 

FUENTE: BID