Cómo y dónde surgió el castigo de la crucifixión
El político y filósofo romano Cicerón consideró la crucifixión como el castigo "más cruel y aterrador" que podía existir.
"La sola palabra 'cruz' debería estar muy alejada no solo del cuerpo de un ciudadano romano, sino también de sus pensamientos, de sus ojos, de sus oídos".
"De las tres formas más brutales de ejecutar a alguien en la antigüedad, la crucifixión se consideraba la peor", le dice a BBC Mundo Louise Cilliers, autora e investigadora del departamento de Estudios Clásicos de la Universidad del Estado Libre, en Sudáfrica.
"Le seguían la cremación y la decapitación".
"Era una combinación de crueldad absoluta y de espectáculo para infundir el mayor terror posible en la población", indica Diego Pérez Gondar, profesor de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra.
En muchos casos, la muerte del ejecutado se producía días después de estar colgado, ante la mirada de los transeúntes.
El cuerpo experimentaba una mezcla de asfixia, pérdida de sangre, deshidratación, fallas en diferentes órganos, entre otros problemas.
Jesús, el hombre que tranformó al mundo con un mensaje de paz, fue uno de los tantos que agonizó en una cruz, un castigo cuyo origen se remontaba a varios siglos antes.
Esto es lo que se sabe de dónde y cómo surgió.
De acuerdo con Cilliers, probablemente el castigo de la crucifixión "se originó con los asirios y los babilonios y fue usado sistemáticamente por los persas en el siglo VI a. C".
Ilustración que muestra una colección de grabados antiguos de la civilización asiria.
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Ilustración que muestra una colección de grabados antiguos de la civilización asiria.
El profesor Pérez señala que la información más antigua de la cual se dispone proviene de algunas decoraciones de palacios asirios.
"En las paredes se encontraron relieves con dibujos que representaban algunas batallas y conquistas y la forma en que ajusticiaban a los prisioneros. Aparece la técnica de empalamiento, algo parecido a lo que sería una crucifixión".
Uno de esos relieves, cuenta la historiadora Rebecca Denova, muestra a "prisioneros colgados en postes, con el poste insertado a través de las costillas", después de que Senaquerib conquistara la ciudad israelita de Laquis en 701 a. C.
"El propósito de este castigo insoportable era enfatizar la crueldad y el terror que les esperaba a los prisioneros y rebeldes", indicó en un artículo de la World History Encyclopedia.
Cilliers, junto a F. P. Retief, escribió el artículo The history and pathology of crucifixion (La historia y la patología de la crucifixión) de la revista South African Medical Journal.
Allí explican que los persas llevaron a cabo las crucifixiones en árboles o postes en vez de una cruz formal.
"Unir la pena de muerte al escarnio del condenado y a una muerte cruel era frecuente y una de las técnicas era dejarlo colgado de una madero para que muriese asfixiado y por cansancio", indica Pérez.
De acuerdo con el artículo de Cilliers y Retief, los romanos también llegaron a crucificar a los condenados en árboles o postes, pero incorporaron una variedad de cruces, como una en forma de X (crux decussata).
Montaña Kreuzberg al atardecer, cerca de Bischofsheim, Rhon, Baviera, Alemania.
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"Sin embargo, en la mayoría de los casos usaban la conocida cruz latina (crux immissa) o cruz de tau (T) (crux commissa). Estas cruces podían ser altas (crux sublimis), pero eran más comunes las bajas (crux humilis), y consistían en un poste vertical (stipes) y un travesaño (patibulum)".
Al condenado se le obligaba a cargar la parte horizontal de la cruz hasta el lugar de la ejecución.
Las mujeres en Jerusalén, cuentan los autores, les ofrecían a los condenados una bebida que surtiera efectos analgésicos.
"Si no estaba desnudo, se le quitaba la ropa y se le hacía acostarse sobre la espalda con las manos extendidas a lo largo del patibulum".
Les amarraban los brazos a la viga o le atravesaban clavos en las muñecas y no tanto en las palmas de las manos porque algunas veces no aguantaban el peso del cuerpo, se desgarraban y se soltaban.
Los clavos podían llegar a medir 18 cm de largo y 1 cm de grosor.
"Veo cruces allí, no solo de un tipo, sino hechas de diferentes maneras: algunas tienen a sus víctimas con la cabeza hacia el suelo, otras empalan sus partes íntimas, otras les extienden sus brazos." Séneca, filósofo romano, año 40 d. C.
Cuando el condenado estaba unido a la viga horizontal, lo levantaban y lo fijaban al poste vertical que ya estaba incrustado en el suelo.
Los pies se podían amarrar o clavar al poste vertical, ya fuese uno a cada lado o los dos al mismo tiempo, uno sobre el otro.
En ese caso, explican los autores, se introducía un solo clavo a través de los huesos metatarsianos de ambos pies, mientras las rodillas quedaban flexionadas.
El dolor era inimaginable, "se tocan muchísimos nervios", señala el profesor Pérez.
"Tenías que hacer fuerza con las piernas sobre esos clavos para poder incorporarte y respirar".
Y en esos intentos, "se perdía mucha sangre, se sentía un dolor tremendo, pero si no lo hacías morías asfixiado".
Se trataba en muchos casos de una muerte lenta, a la que se llegaba tras un fallo multiorgánico.
El mismo, explican Cilliers y Retief, era causado por un colapso circulatorio debido a un shock hipovolémico.
Los condenados sufrían "una disminución del volumen sanguíneo (hipovolemia) por la pérdida traumática de sangre y la deshidratación, pero quizás principalmente por la insuficiencia respiratoria".
Muchos morían por asfixia.