Sigue la cumbre de la ONU: democracia contra extremismos, manipulación y fake news

Vista de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York

La Asamblea General de las Naciones Unidas tuvo un carácter muy especial, no sólo porque están en juego conflictos bélicos que conmueven a la humanidad. También porque el mundo asiste al crecimiento de movimientos de ultraderecha que coloca a la democracia al borde del precipicio.

La Asamblea General de las Naciones Unidas de 2024 ha adquirido un carácter muy especial: no sólo porque están en juego conflictos bélicos que conmueven a la humanidad y la colocan en riesgo existencial; como es el caso de Rusia y Ucrania, y de Israel contra Gaza y el Líbano. También porque el mundo asiste al crecimiento de movimientos de ultraderecha en la mayoría de los países de la ONU, que coloca a la democracia, entendida como sistema ideal de convivencia social, al borde del precipicio.

Por esta razón, el presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, y al jefe de Estado de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, decidieron impulsar una reunión bautizada como: “Foro de Alto Nivel en Defensa de la Democracia y contra el Extremismo”. La cita reunió varios presidentes y cancilleres, entre ellos al francés Emmanuel Macron, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel; el secretario general adjunto de la ONU, Guy Rider; el chileno Gabriel Boric; el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau; y los cancilleres de México y Colombia.

Hubo también representantes de Noruega, Kenia, Estados Unidos y Senegal. Lo que afirmaron, uno tras otro los líderes de estas naciones, es que el aumento de la desigualdad es el factor que está en la raíz de las tendencias hacia la ultraderecha. En ese contexto se observa el “fracaso” de las políticas destinadas a mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y, al mismo tiempo, un fenómeno de brutal erosión de las clases media. Ambas situaciones contribuyen a provocar un “sentimiento de frustración con los gobiernos y la política”.

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El español Sánchez enfatizó que hay “una ola reaccionaria dispuesta a romper nuestras sociedades y los consensos que tanto nos han costado construir”. Su colega brasileño, Lula da Silva, sostuvo que “los extremistas buscan minar la confianza de los ciudadanos en las instituciones que garantizan las libertades y el estado de Derecho. Nuestro objetivo debe ser repudiar la violencia en la política, proteger la democracia contra sus enemigos y garantizar una educación que promueva el pensamiento crítico”. Para el líder de Brasil está en marcha una “internacional extremista que amenaza los derechos y las libertades, y actúa de forma coordinada”.

El francés Macron fue esclarecedor respecto a esa cuestión: “Durante décadas tuvimos buenos resultados, mucha gente dejó la pobreza y amplió sus derechos. Pero en los últimos tiempos algo se quebró y llevó a un aumento de los extremismos en nuestras democracias”. En su visión, “no se trata de un movimiento lineal”, pero “nos obliga a defender los valores democráticos en todos los continentes”.

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Macrón lidera un partido político (En Marcha) que, en conjunto sus aliados, sufrió una derrota en las elecciones parlamentarias de julio último. Su fracaso se debió en parte a un avance de la ultraderecha comandada por Marine Le Pen; pero también a un notorio crecimiento de la izquierda, bajo la influencia principal a Jean-Luc Mélenchon (de Francia Insumisa). Al explicar el fenómeno de la derechización extrema, Macrón lo adjudicó a la creciente manipulación de las informaciones “lo que resulta en la agenda de los extremistas”. Sostuvo, también, que “en este foro podemos unirnos para regular mejor ese escenario, definir la responsabilidad de aquellos que trabajan con plataformas de inteligencia artificial, de quienes defienden discursos del ocio, que divulgan propaganda en base a fake news”.

En el foro, hubo definiciones específicas sobre el valor de la democracia. Por ejemplo, se admitió que ésta puede asumir muchas formas, pero que tiene una poderosa base común constituida por elecciones libres; proceso político transparente; separación poderes y la protección igualitaria frente a la ley. A esto se le suma una prensa independiente y un ecosistema de información confiable y plural; como también la plena participación de todos en la vida política, económica y cultural.

En una suerte de polémica final, el presidente chileno Boric fue el único que puso sombras sobre las responsabilidades de las tendencias progresistas, que “son cuestionadas por la propia sociedad”. Reconoció que, sin duda, hay asuntos que representan “avances civilizatorios”, pero se pronunció contra la influencia de los “los dobles raseros” en las fuerzas progresistas que se ven debilitadas; especialmente “cuando, frente a ciertos conflictos, adoptan posiciones vacilantes, ya sea en defensa de ciertas amistades o por intereses políticos”.

Para Lula, en cambio, lo central se basa en “comprender que la democracia se tornó un blanco fácil de la extrema derecha y sus falsas narrativas. Este es un desafío que compartimos todos”. En esa misma línea, advirtió que “el extremismo es el síntoma de una crisis profunda de causas múltiples” y juzgó como uno de los factores las carencias de “la democracia liberal”, que demostró ser insuficiente y frustró la expectativa de millones de personas, al convertirse apenas en “un ritual que repetimos cada 4 o 5 años”.

FUENTE: EL PERFIL