Qué son los créditos de carbono y por qué pueden ser clave en la lucha contra el cambio climático
El desafío de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C impulsa a que países, empresas y organizaciones busquen compensar sus emisiones y financiar proyectos ambientales sostenibles. Por qué el segundo Argentina Carbon Forum podría ser un punto de partida crucial ante esta realidad
Las consecuencias que ya se perciben en todo el planeta han provocado que las acciones contra el cambio climático sean cada vez más necesarias. En la actualidad, el objetivo del Acuerdo de París de mantener el aumento de la temperatura mundial por debajo de 2 °C, y preferiblemente a 1,5 °C respecto a los niveles preindustriales, parece haberse vuelto cada vez más difícil de alcanzar. Ante esta realidad, los expertos han desarrollado diversas herramientas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Una de ellas son los créditos de carbono.
Estos llamados créditos de carbono, que se han posicionado como un instrumento internacional, representan una tonelada de dióxido de carbono (CO2) que ha sido evitada o eliminada de la atmósfera. De esta manera, tanto países, empresas y organizaciones no solo compensan las emisiones de este gas, sino que también se incentivan proyectos ambientales que contribuyen a la lucha contra el cambio climático.
En resumidas cuentas es un instrumento mediante el cual estos actores de la sociedad pueden cumplir con sus compromisos de reducción de emisiones mediante un mecanismo que no solo facilita el cumplimiento de metas ambientales, sino que también moviliza recursos financieros para la innovación y el desarrollo sostenible. Alejandra Cámara, Fundadora y Directora de GÉNESIS, una consultora dedicada al Cambio Climático y al Financiamiento Sostenible, dialogó con Infobae sobre estas estrategias y cuál será el rol del segundo Argentina Carbon Forum, que se realizará el 4 y 5 de junio.
Los gases de efecto invernadero son, principalmente, metano, óxido nitroso, clorofluorocarbonos, hidrofluorocarbonos, hexafloruro de azufre y el dióxido de carbono, los cuales, al emitirse a la atmósfera, impulsan un incremento de la temperatura del planeta y modifican el clima. En ese sentido, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) ha advertido que, a pesar de los avances, las emisiones de gases de efecto invernadero continúan aumentando. Es por eso que la instauración de mercados de carbono se posiciona como una herramienta clave para lograr reducciones significativas.
“Para realizar acciones climáticas es necesario traccionar dinero no solamente del sector público internacional y nacional, sino también del sector privado. Y los mercados de carbono se presentan como instrumentos financieros sostenibles, que ayudan a que las empresas puedan intervenir o derivar fondos para mitigar el cambio climático”, resaltó Cámara.
En ese sentido, destacó que existen dos grandes sectores: “Uno es un instrumento que es el impuesto al carbono, que en Argentina tiene su correlación con el ITC (Impuesto a la Transferencia de los Combustibles), que pagan los usuarios cada vez que cargan nafta. El otro son los mercados de carbono”. “En este punto, debo hacerte una subdivisión, porque unos son voluntarios y otros de cumplimiento”, continuó la experta.
Argentina tiene el compromiso de no exceder la emisión neta de 349 megatoneladas de dióxido de carbono equivalente en 2030 y alcanzar la neutralidad de emisiones en 2050. (Imagen Ilustrativa Infobae)
Argentina tiene el compromiso de no exceder la emisión neta de 349 megatoneladas de dióxido de carbono equivalente en 2030 y alcanzar la neutralidad de emisiones en 2050.
“El mercado voluntario es aquel que no está regulado por los países, sino que hay estándares internacionales, en los que una empresa, si tiene un proyecto que mitiga dióxido de carbono y puede certificar ese proyecto ante esos estándares, recibirá créditos de carbono con un valor económico determinado, pero que equivalen a una tonelada de dióxido de carbono. Estos papeles tienen un valor y pueden ser viables o comercializados. En resumidas cuentas, funciona como un subsidio que, generalmente, las empresas utilizan para subsidiar la infraestructura o las inversiones”, continuó la experta.
Ahora, en lo que se refiere a los que son de cumplimiento, se trata de una medida que establecen los gobiernos con el objetivo de limitar estas emisiones. Están enfocados en “ciertos sectores intensivos y grandes emisores” a los cuales se les impone un tope mediante permisos de emisión, los cuales siempre “equivalen a una tonelada de dióxido de carbono”.
“Por ejemplo, tengo aluminio, acero, hierro, cemento y fertilizantes; y entre esos reparto 100 permisos el primer año, dividiéndolos en 20 para cada uno. Si uno de ellos emite más que esa cifra, va a tener que salir al mercado voluntario a comprar permisos o pagar una multa”, detalló. Sobre este último punto, destacó que esta estrategia, a fin de cuentas, no genera cambios en pos de frenar el cambio climático. Un aspecto que, con los mercados de carbono, estaría zanjado.
Los mercados de carbono, entonces, se han convertido en “instrumentos que permiten a países, empresas, organizaciones e individuos comprar y vender créditos de carbono para cumplir objetivos climáticos” y “pueden ser obtenidos a través de proyectos de mitigación específicos y se pueden comercializar a nivel nacional, subnacional o internacional”, es por eso que asegura que “pueden impulsar la innovación, fortalecer las capacidades locales y colaborar con las metas internacionales de otros países, sin comprometer los compromisos nacionales”.
“Argentina tiene el compromiso de no exceder la emisión neta de 349 megatoneladas de dióxido de carbono equivalente (MtCO2e) en 2030 y de alcanzar la neutralidad de emisiones a 2050 y estos mercados representan oportunidades para el país, que con sus bosques que absorben gases de efecto invernadero, y una industria científico-tecnológica, se pueden desarrollar proyectos de generación de créditos de carbono en diversos sectores”, aseguró.
Los mercados de carbono no están exentos de desafíos. La correcta implementación y regulación de estos son cruciales para garantizar su efectividad: “En el mercado voluntario, las empresas y el mercado ponen el precio, y el mercado también pone el límite de las emisiones porque las empresas empiezan a aprender lo que es el cambio climático, comienzan a medir sus emisiones. Ahora, en el de cumplimiento, quien pone el límite de las emisiones es el Estado, mientras que el mercado es el que pone el precio. Porque si superás el número establecido, o salen a comprar o reducen y, nuevamente, aprenden porque el objetivo es vayan bajando, paulatinamente, las emisiones”.