Qué es el estoicismo, la filosofía que se ha vuelto a poner de moda
Si el término “resiliencia” se ha convertido en uno de los más escuchados y leídos de los últimos años, no puede extrañar que el estoicismo se haya puesto de moda, una filosofía que pivota alrededor de ideas como virtud, resistencia e imperturbabilidad.
En un contexto cultural occidental en el que el individuo parece estar necesitado de referentes espirituales una vez que las religiones tradicionales van perdiendo influencia, el estoicismo se erige en una suerte de introducción a la filosofía que aspira a llenar ese hueco: una doctrina relativamente sencilla y comprensible, “para todos los públicos”.
Estoicismo: ideas principales
Fundada en el siglo III a. C. por Zenón de Citio en Atenas, el estoicismo es junto a la ética aristotélica uno de los principales cimientos de la ética de las virtudes, privilegiando el carácter moral del individuo a través del desarrollo de las virtudes cuyo objetivo final no es otro que hacer el bien.
La virtud estoica
“La virtud es el único bien, que no hay bien posible sin virtud, y que la virtud reside en la parte más noble de nuestro ser, es decir, en la razón”. Séneca, el faro que guio el estoicismo nuevo de época romana, nos da las claves del concepto vertebral del estoicismo, la virtud, integrada por la sabiduría, el coraje o fortaleza (o resiliencia diríamos hoy), la justicia y la disciplina.
En este sentido, se debe entender la virtud, por tanto, en su sexta acepción de la RAE: “Disposición de la persona para obrar de acuerdo con determinados proyectos ideales como el bien, la verdad, la justicia y la belleza”.
Es decir, la virtud conjuga los valores humanos universales que no han cambiado a lo largo de nuestra historia y que integran buena parte de las filosofías, doctrinas y religiones generadas a lo largo del tiempo.
El papel de la filosofía
“La filosofía forma el espíritu, ordena la vida, regula las acciones, muestra lo que se debe hacer y lo que se debe evitar, empuña el timón y dirige la nave en los pasos peligrosos”. Para el estoico la filosofía es una forma de vida, entendiendo esta como el conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano.
Para los estoicos, la filosofía debe ser la base de otras convicciones como la política o la religión. Es decir, primero filosofía, luego lo demás. Incluso, primero filosofía… y luego nada más.
La razón
“No hay más calma que la engendrada por la razón”. La calma espiritual, la ausencia de zozobra mental, llega a través del ejercicio de la razón de forma que viviendo de acuerdo con ella y controlando las pasiones alcanzaremos el bien y la virtud. Así pues, la razón es el puente entre la virtud y la felicidad: la virtud es la teoría, la razón es la práctica, la felicidad es la consecuencia.
El racionalismo estoico resumido en estas palabras fue fundamental en la historia de la filosofía influyendo a numerosas doctrinas y escuelas posteriores.
El control de las pasiones
Una de las frases más célebres y lapidarias de Séneca sintetiza uno de los aspectos esenciales del estoicismo, el control de las pasiones, la virtud de la moderación, un clásico de la filosofía (y del crecimiento personal): “Para ser feliz hay que vivir en guerra con las propias pasiones y en paz con las de los demás”. Un reto mayúsculo para el individuo porque supone respeto por el prójimo (y sus debilidades) y un alto grado de exigencia personal con respecto a las propias.
La resistencia estoica
No se trata (solo) de resistir a lo que consideramos injusto, como probablemente se entiende ahora este concepto. La resistencia estoica es una idea más amplia… y exigente, porque supone resistir, primero, a nosotros mismos, a nuestras propias pasiones. Y después, sí, a las de los demás. En este sentido, se ha dicho que el estoicismo es una “filosofía del aguante” ante lo inevitable, otro aspecto muy estoico…
La aceptación de lo inevitable
El estoico no invita a remontar el “oleaje de adversidades”, tampoco a dejarse llevar o naufragar, sino a afirmar los pies en el suelo y resistir. Y es que en la vida siempre suceden eventos inevitables que escapan a nuestro control. Solo nos queda aceptarlos y seguir nuestro camino.
Así pues, el estoico, en una de sus posturas más pragmáticas, sugiere al individuo que no invierta sus energías en imposibles porque se agotará y terminará pereciendo. El problema es, claro está, discernir lo imposible de lo posible, lo inevitable de lo evitable, aquello por lo que merece la pena luchar, de lo que es una “guerra perdida de antemano”. Porque en ocasiones merece la pena perder, antes que no luchar, ¿verdad?
La libertad
“No estar sujeto a nada, ni a las necesidades ni a los accidentes, y combatir frente a frente a la fortuna”. Ese es el ser humano libre, según Séneca que considera, parafraseando a Epicuro, que, si una persona quiere alcanzar la verdadera libertad, “ha de hacerse esclavo de la filosofía”.
La ataraxia
Séneca retoma el concepto de ataraxia ya usado por Demócrito y que se constata como la clave de una vida equilibrada y feliz. La ataraxia sería un estado superior de equilibrio que alcanzaría el sujeto al controlar sus pasiones, al mostrar fortaleza de espíritu ante la adversidad: “el hombre más poderoso es el que es dueño de sí mismo”.
¿Por qué el estoicismo está de moda?
Pese a que la filosofía estoica es mucho más compleja de los esbozos que hemos visto más arriba, no cabe duda de que estamos ante una doctrina “sencilla” en comparación con otras que pueden ser igualmente interesantes y válidas pero que exigen un mayor grado de atención, formación y tiempo: el pensamiento de Séneca o Marco Aurelio es un poco más asequible que el de Heidegger, Kant o Leibniz.
Además, el hecho de que el estoicismo se configure como una filosofía eminentemente práctica que ofrece “consejos” sobre la conducta que debemos seguir en nuestra vida cotidiana, anima a aquellas personas que ansían encontrar sabiduría más allá de los manuales de autoayuda y de las religiones tradicionales. De alguna forma, el estoicismo fue la autoayuda más accesible de la filosofía grecolatina.
Pero, al fin y al cabo, toda la filosofía se concibe como un “manual de autoayuda” ya que su principal función es facilitarnos el conocimiento de la realidad y de nosotros mismos: porque la filosofía, en esencia, enseña a pensar. Ni más ni menos. Así pues, debemos quedarnos con lo positivo de este “renacimiento del estoicismo”, al margen de influencers “estoicos” más o menos irritantes: siempre es bueno aprender a pensar.
FUENTE: PÚBLICO