Nace en Bolivia una cerveza hecha de hoja de coca, una planta cargada de energía y estigma
Un denso caldo verde del que emana un fuerte olor a hoja de coca ha macerado por tres meses en barriles y servirá para elaborar una cerveza, la nueva apuesta de una destilería boliviana que busca recuperar esta ancestral planta considerada sagrada por antiguos pueblos andinos y que es mal vista por el mundo por ser materia prima de la cocaína.
Las botellas de Coca Beer, que pronto saldrán a conquistar el mercado, se exhiben junto a otras bebidas como el vodka y el ron en la destilería El Viejo Roble que regenta Adrián Álvarez en un barrio de La Paz.
La cerveza se suma a otros productos artesanales con hoja de coca que pretenden conquistar a los consumidores locales, mientras el gobierno de Bolivia aún batalla para que la planta sea despenalizada y poder aprovechar su potencial de exportación hasta ahora negado. En 2023 cursó una nueva petición a la la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Hasta ahora, sus aspiraciones para que la hoja sea excluida de la lista internacional de estupefacientes de la ONU se han topado con negativas, pero por primera vez este año la OMS ha dado luz verde a que se haga un estudio sobre las propiedades. Es el primer paso.
Cocaleros de la región boliviana de Yungas cargan con la cosecha de hojas de coca a las afueras de Trinidad Pampa, una zona cocalera, el sábado 13 de abril de 2024. Bolivia ha hecho gestiones por décadas para promover la despenalización de la hoja de coca, ya que defiende que por sí misma no es una droga, pese a que sea la materia prima de la cocaína. El país andino es el tercer productor del mundo de hoja de coca y de cocaína, datos de la oficina de la ONU contra la Droga. (AP Foto/Juan Karita)
Colombia, primer productor de hoja de coca y cocaína a nivel mundial según datos de la oficina de la ONU contra la Droga (UNODC), se ha sumado a la iniciativa. Bolivia es el tercer productor.
Los cultivos en la nación son legales hasta un máximo de 22.000 hectáreas para consumo tradicional —el mascado y el uso en infusiones son los más extendidos—, aunque en un reciente informe de ese organismo, avalado por el gobierno, se afirma que hay casi 30.000 hectáreas de plantación en el país.
“Puede ser amarga, pero con el toque dulzón que le damos con la coca tiene mayor agrado”, dice Álvarez a The Associated Press sobre su nueva cerveza. El sabor a coca es evidente entre los siete grados de alcohol que contiene.
El gerente general de El Viejo Roble, que emplea a 20 personas, también elabora licores de coca desde hace 10 años que se venden a turistas en los aeropuertos. Es uno de los interesados en que la hoja de coca pierda ese estigma asociado al narcotráfico para que sus derivados puedan comercializarse.
Para la producción del mes, solo de la cerveza, usa 100 libras de coca (45 kilos) que compra en el mercado de la coca que hay en La Paz con autorización del Estado, comentó Álvarez de 56 años. Hay solo dos mercados en el país, uno en esa ciudad y otro en Cochabamba. A partir de las 50 libras, unos 23 kilos, hace falta un permiso estatal para venderla o comprarla.
Otros emprendedores han intentado desde hace más de 10 años sin demasiado éxito fabricar productos con base de hoja de coca de forma artesanal. Hay dulces, champús, ungüentos, licores, energizantes... Se venden en pequeñas ferias y no ha pasado de ser una oferta de nicho, reducida. De todos los derivados de la planta, la infusión con hoja de coca es la más popular en Bolivia y sirve para mitigar el mal de altura. Se ofrece incluso a los turistas, como ocurre también en Perú o Colombia.
El interés del gobierno es que pueda también abrirse al mundo. Por eso, ha insistido en tocar la puerta de la OMS. El estudio sobre sus propiedades —que está aún en la fase de designación de investigadores— servirá para determinar el máximo del alcaloide que pueda contener cada producto lícito derivado de la hoja de coca y así poder exportarlo, apunta Álvarez.
Juan Carlos Alurralde, secretario general de la Vicepresidencia de Bolivia, aseguró a la AP que la OMS les hizo conocer que “por primera vez en la historia” se hará un estudio que “va a investigar sus propiedades químicas, fisiológicas, naturales, medicinales, alimenticias, nutricionales”.
El gobierno boliviano lo ve como el inicio del camino para que algún día se debata y decida si la hoja de coca puede dejar de ser considerada mundialmente como un estupefaciente.
De su cultivo dependen más de 70.000 cocaleros en el país. El comercio de la hoja de coca genera para Bolivia aproximadamente cada año 279 millones, lo que representa un 0,6% de su Producto Interno Bruto.
Una mujer extiende hojas de coca para su secado al sol en Trinidad Pampa, una zona cocalera en Bolivia, el sábado 13 de abril de 2024. Hasta ahora, las aspiraciones de Bolivia para que la hoja sea excluida de la lista internacional de estupefacientes de la ONU se han topado con negativas, pero por primera vez este año la OMS ha dado luz verde a que se haga un estudio sobre sus propiedades. (AP Foto/Juan Karita)
Por décadas la nación andina ha hecho gestiones para promover su despenalización. Insiste en que la hoja de coca por sí misma no es una droga, pese a que sea la materia prima de la cocaína.
En 2011, con Evo Morales al frente del gobierno (2006- 2019), primer presidente indígena, el pedido fue rechazado por la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), órgano que define qué sustancias están sujetas a control.
Lo que consiguió Morales, actual líder de uno de los sindicatos cocalero, es que la Constitución de 2009 declarara a la hoja de coca como “patrimonio cultural” y “factor de cohesión social”, ya que “en su estado natural no es estupefaciente”. En Bolivia, además, hay una reserva legal que permite el mascado de hoja desde 2013, una práctica que lleva generaciones siendo parte de la cultura y tradición.
A casi 80 kilómetros de La Paz, en la comunidad de Trinidad Pampa, los cocales pintan de verde las pendientes andinas. Juan de Dios Cocarico se lleva a la boca hojas de coca y las mastica mientras hace una pausa en la cosecha.
“La coca no me hace daño, hace años que acullico —mastico— y me ayuda para no tener hambre y poder cosechar sin cansancio y así mantener a mi familia”, dijo Cocarico, de 59 años.
FUENTE: APNEWS