Janja, una primera dama de alto perfil que influye políticamente en Lula
Rosângela da Silva, tercera esposa del presidente brasileño, asumirá un papel clave -sin temor a las críticas por expresar sus opiniones- en su tercer mandato en el Palacio de Planalto
Seyed Mohammad Hosseini, vicepresidente de asuntos parlamentarios de Irán, se acercó a Luiz Inácio Lula da Silva para estrechar su mano. En simultáneo, en una coreografía casi perfecta, Rosângela da Silva se movió hacia atrás y prácticamente se ocultó tras el vicepresidente Geraldo Alckin para comenzar una animada conversación con la esposa de este. Janja, la nueva primera dama de Brasil, no quería saber nada con los representantes de un régimen que le niega derechos a las mujeres. O directamente las mata.
Sucedió en la noche del domingo en el Palacio de Itamaraty, la sede de la cancillería brasileña y fabuloso sueño de Oscar Niemeyer. Lula saludaba a las delegaciones extranjeras ya como presidente de Brasil por tercera vez en su vida. Y no hubo nada de casual en el gesto de Janja, que instantes antes había departido con Salvador Valdés, vicepresidente de Cuba, una dictadura que mira con otros ojos, y se sumó de inmediato, una vez que se fueron los iraníes, al saludo de su esposo con Ralph Gonçalves, primer ministro de San Vicente y las Granadinas.
Janja, una primera dama que de figura decorativa no tendrá nada. Cincuenta y seis años (21 menos que Lula), 1,64 centímetros (cuatro menos que Lula) y afiliada al Partido de los Trabajadores (PT) desde los 17 años, ha dicho más de una vez que el título que lleva desde el 1 de enero de 2023 es algo "patriarcal".
Patriarcal o no, Janja está explotando a fondo su posición: primero, como persona clave en el gobierno de transición, luego, como figura muy influyente para diseñar la ceremonia de asunción, y finalmente, como alguien que tendrá voz, y quizás voto, en decisiones importantes del nuevo gobierno.
Lula, de 77 años y casado por tercera vez, es consciente de los riesgos de que su esposa, que no fue elegida para ningún cargo, sea vista como alguien con voz y voto en el gobierno. "Según aliados, Lula advirtió a su esposa que la sobreexposición podría fomentar las críticas y ella podría llegar a ser, injustamente, responsable de las decisiones que él tomará", señaló recientemente Folha de São Paulo.
Licenciada en Ciencias Sociales con especialización en Historia por la Universidad Federal de Paraná (UFPR), Janja tiene también un MBA en gestión social y sostenibilidad. Trabajó desde 2005 en la administración de la represa hidroeléctrica de Itaipú, que Brasil comparte con Paraguay, hasta que dejó ese puesto para convertirse en responsable de comunicación y relaciones institucionales de Eletrobras.
Pero Janja es un animal político, alguien que vive con pasión y convicción los colores del PT y que le cambió la vida a Lula, al que admira, cuida y mima en todo momento. "Soy feliz gracias a Janjinha, es la fuente de agua de la que bebo", dijo durante la campaña el presidente brasileño. "Janja me devolvió la alegría por la vida, la voluntad por hacer las cosas. Redescubrí una palabra llamada amor, solo el que ama sabe lo que es eso".
Fernando Morais, biógrafo de Lula, profundizó en el tema en una reciente entrevista con EL MUNDO: "Lula está más paciente, más tranquilo. Janja trajo mucha alegría a la vida de Lula, una vida que fue una sucesión de tragedias". Eso sí: Janja no se callará nunca, añadió. Siempre dará su opinión.
Janja fue fundamental para Lula en los 581 días que pasó en la cárcel de Curitiba, condenado por corrupción. El hoy presidente fue liberado no por considerárselo inocente, sino porque el Tribunal Supremo dictaminó que los tribunales que lo habían enviado a prisión no eran competentes. Entre 2018 y 2019, Janja fue todos los días a manifestarse ante la prisión y pedir la liberación de Lula. Y en 2022 se casaron.
Muy presente en la agotadora campaña electoral, que se cerró con una ajustadísima victoria de Lula, Janja se convirtió en una figura clave del gobierno de transición que durante dos meses funcionó en la sede del Centro Cultural del Banco de Brasil (CCBB).
Ese gobierno de transición estaba al mando de Alckmin. Y los únicos dos despachos situados en el sector de Lula en el enorme edificio de la escuela Bauhaus eran los del vicepresidente... y el de Janja. Futuros ministros y otros altos cargos fueron ubicados más lejos, con acceso menos sencillo al líder del PT.
La ceremonia de asunción se convirtió en asunto de Janja, que estuvo en los hechos al mando, y oficialmente a cargo del Festival do Futuro, una serie de conciertos de celebración que se extendieron hasta la madrugada del lunes.
Janja vetó las tradicionales salvas de cañonazos para no perturbar a las personas con autismo y aprovechó la huída de Jair Bolsonaro a Estados Unidos para diseñar una inédita entrega de la banda presidencial por parte del "pueblo brasileño".
Así, Lula subió la rampa del Palacio del Planalto -momento cumbre de la liturgia en las ceremonias de asunción en Brasilia- acompañado de representantes de la diversidad brasileña y de un perro, Resistencia.
El cacique Raoni, representante de los pueblos originarios brasileños, un operario metalúrgico, un hombre con parálisis cerebral y un niño negro fueron parte de quienes acompañaron a Lula en ese momento cumbre. La banda se la colocó Aline Sousa, una mujer negra de 33 años que recoge y recicla cartones desde que tiene 14. Janja nunca agradecerá lo suficiente el favor que le hizo Bolsonaro.
Fuente: EL MUNDO