El milagro bajo el diluvio de Forata, la presa que frenó 37.000 millones de litros de agua
Alcanzó el 100% de su capacidad. De no existir, la catástrofe en Valencia pudo ser superior. Salvó vidas. Sus técnicos son los héroes anónimos de la tragedia de la DANA
A las 10:30 de la mañana del 29 de octubre, la reunión de la Confederación Hidrográfica del Júcar con la Delegación del Gobierno en la Comunidad Valenciana transmitía absoluta preocupación. Los rostros mientras se evaluaba la situación de la DANA (siglas de depresión aislada en niveles altos, antes conocida como gota fría) lo decían todo. Sus ojos transmitían ya el miedo.
Estaban también representantes de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) en la Comunitat Valenciana, la Dirección General de Tráfico, la Guardia Civil, la Policía Nacional, la Unidad Militar de Emergencias, Adif, Renfe y Demarcación de Carreteras. Ya reconocían que había «varios municipios y cauces afectados». Una hora y 35 minutos antes, el embalse de Forata, entre Cofrente y Buñol, acumulaba 5,47 hectómetros cúbicos de los 37 hectómetros de su capacidad total. Desde las 5:55 de la mañana, su ascenso sumaba apenas 0,17 hectómetros. A las 11:55, llegaría a los 5,69 hectómetros cúbicos. Después, caería el diluvio. Y ese embalse y su presa serían decisivos para comprender lo que sucedió. Y para evitar una tragedia aún mayor.
Sobre las 14:55 horas, Forata ya había crecido a 10,11 hectómetros cúbicos. Una subida de 4,42 hectómetros. Dicho así suena a poco. Pero cabe recalcar que un hectómetro cúbico son mil millones de litros de agua. Y que esa cantidad de líquido es la que consumen 7,5 millones de personas en un día. Los técnicos estaban viendo lo que nunca habían visto. Dos horas más tarde, ya había alcanzado los 24,90 hectómetros cúbicos. Como recordaba con sorpresa Embalses.net, el máximo histórico de Forata fueron los 26 hectómetros cúbicos de octubre de 1971. La lluvia no daba tregua. Las calles desbordadas en el Levante. Los coches comenzaban a flotar.
Pasaron 60 minutos más y era imparable. A las 17:55 se habían alcanzado los 30,74 hectómetros cúbicos. En tres horas, habían entrado más de 20 mil millones de litros al embalse de Forata. La estructura soportaba el envite. Es una de las joyas de la ingeniería hidráulica española. Se planificó desde antes de la Guerra Civil por el ingeniero Vicente Botella Torregrosa y las obras comenzaron y finalizaron durante el régimen de Franco. Se inauguró con pompa y vídeo del NODO en 1969. Fue parte del plan para reencauzar el cauce del río Turia y prevenir catástrofes. En esta DANA ha sido decisivo para contener la fuerza del agua que entraba a un ritmo de hasta 2 millones de litros por segundo.
Agua acumulada en el embalse Forata
Pasadas las 19 horas, se llega al límite del embalse: 37 hectómetros cúbicos. Se llega a sobrepasar incluso ese tope. Hay una holgura estudiada que permitió que incluso a la 1:30 de la madrugada del día 30 de octubre se llegase a los 37,30 hectómetros cúbicos. Las maniobras de los expertos al mando permitieron que no se desbordara. Héroes anónimos en medio de una catástrofe.
Por las redes se seguía su crecimiento con pánico. Y los bulos no ayudaban. A las 20:25 se distribuyó un falso mensaje oficial: «La Confederación Hidrográfica comunica que va a aliviar agua del embalse de Forata abriendo sus compuertas y los caudales tanto del Río Magro como del Río Mijares van a aumentar de forma considerable. Rogamos a los vecinos que viven en las proximidades que están muy alerta, incluso marchándose de allí». Lo tuvieron que desmentir las autoridades. A la par, los técnicos tenían que lidiar con el vertido de agua, controlarla milimétricamente.
A la 1:48 del 30 de octubre, mensajes oficiales de alivio en medio de la zozobra: «El nuevo cauce del Turia —otro de los pilares del sistema denominado Plan Sur, una suerte de muralla protectora— tiene capacidad suficiente para absorber los caudales... La presa ha conseguido laminar la mitad del caudal... En estos momentos el nivel de la presa de Forata está descendiendo, aunque sigue evacuando un caudal de unos 900 metros cúbicos (900.000 litros) por segundo». A esas horas, a pesar de que tenían que estar atentos a nuevas precipitaciones, se podía confirmar que la presa y el emvalse habían soportado tamaño reto. Lo confirmó con alivio el propio Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana, consciente de que si Forata cedía... Mejor no imaginarlo.
Los tuits se repetían celebrando su aguante: «El embalse de Forata salvó vidas». Una luz en medio de una tragedia. Al cierre de edición se contabilizaban más de 90 muertos y decenas de desaparecidos. El huracán Milton, de nivel 5, el máximo, que azotó hace pocas semanas la costa Este de Estados Unidos, causó una veintena de fallecidos.
Fueron los vetustos embalses una ayuda inequívoca en este drama. Aguantaron otros más pequeños como el de La Toba que subió de 3,99 hectómetros cúbicos (41,12% de su capacidad) a los 7,93 (81,79%); Loriguilla, de 22,79 hectómetros cúbicos (31,2%) a 38,73 (52,9%); María Cristina, de 0,72 (3,91%) a 5,87 (31,9%); Sichar, de 14,78 (29,99%) a 20,62 (41,82%); Regajo, de 1,11 (18,48%) a 3,66 (61%)... Y el sorprendente embalse de Buseo que pasó de 0,77 hectómetros cúbicos (10,23% de su capacidad) a 8,54 hectómetros cúbicos (113,86% de su capacidad), y resistió. Sus estructuras y sus técnicos, quienes se jugaron el tipo en silencio, salvaron vidas. De los pocos milagros tras el diluvio.
FUENTE: EL MUNDO