El agricultor cusqueño que descubrió Machu Picchu hace 122 años y murió en su intento de seguir explorando la ciudadela inca
Agustín Lizárraga llegó al sitio arqueológico inca en 1902, nueve años antes que Hiram Bingham, a quien se le dio más visibilidad. Sin embargo, en los últimos tiempos se ha reivindicado el hallazgo del primero
Machu Picchu, la enigmática ciudadela inca enclavada en las alturas de los Andes, es una evidencia viva de la grandeza de la civilización inca y un verdadero orgullo para el Perú. Para los peruanos, es mucho más que una atracción turística; es un símbolo vivo de su herencia cultural y su identidad. Cada año, esta maravilla arquitectónica cautiva a miles de visitantes, fascinados por su misteriosa historia. Al recorrer sus antiguos senderos y observar las terrazas que desafían el tiempo, los viajeros experimentan la eterna fascinación del ser humano por la capacidad de crear y trascender.
Precisamente, los incas, conocidos por su impresionante dominio de la ingeniería y la agricultura, lograron trascender su época a través de monumentales construcciones y una avanzada organización social. Machu Picchu, una de sus obras más celebradas, es un reflejo de su capacidad para armonizar arquitectura y entorno natural.
Quienes trascienden no solo son aquellos que construyen imperios, sino también los que desvelan sus misterios ocultos. En contextos históricos, los descubridores de sitios arqueológicos, fósiles, o manuscritos antiguos, redefinen nuestro entendimiento del pasado. Su trascendencia se asienta en la capacidad de iluminar páginas perdidas de la historia, de dar voz a civilizaciones olvidadas y de aportar nuevas perspectivas al presente.
La elección de Machu Picchu como maravilla mundial no fue una tarea fácil; la ciudadela inca tuvo que sobresalir en una lista de monumentos igualmente impresionantes.
Hiram Bingham es uno de ellos, cuyo nombre suele estar asociado al descubrimiento de Machu Picchu. Pero la historia nos dice que él no fue quien lo descubrió. A pesar de los esfuerzos y logros del arqueólogo, quien en 1911 emprendió una expedición financiada por la Universidad de Yale y la National Geographic Society para localizar y documentar la maravilla inca, no se le puede considerar su descubridor. Bingham llevó a cabo exhaustivas investigaciones, realizó fotografías detalladas y puso la ciudadela inca en el mapa global. Sin embargo, los pobladores locales ya conocían la existencia de las ruinas mucho antes de su llegada.
Agustín Lizárraga, el agricultor cusqueño que descubrió Machu Picchu
En un pasaje de la historia del siglo XX, el nombre de Hiram Bingham estuvo ligado internacionalmente al descubrimiento de Machu Picchu; no obstante, la historia nos dice que existió otro protagonista que no recibió el reconocimiento que merecía. Se trata de Agustín Lizárraga, un agricultor y explorador que llegó a la ciudadela inca en 1902, nueve años antes que Bingham. La diferencia entre ambos es evidente: mientras el explorador extranjero, con amplios recursos y plataformas globales, logró dar a conocer la ciudadela inca al mundo; el peruano, con medios modestos, fue reconocido en su momento solo a nivel local.
Hiram Bingham y Agustín Lizárraga.
En el libro “Agustín Lizárraga. El gran descubridor de Machu Picchu”, de Américo Rivas Tapia, se señala que Lizárraga fue quien descubrió la joya de la arquitectura inca. “Es la primera vez que se escribe sobre el agricultor cusqueño y se toca en profundidad la historia moderna de Machu Picchu antes de Hiram Bingham”, dijo a Andina.
Quien también mencionó a Lizárraga fue Bingham. En sus primeros diarios, el arqueólogo estadounidense le otorgó crédito parcial por haber llegado a Machu Picchu antes que él. No obstante, esta mención fue posteriormente minimizada en las publicaciones oficiales y en la narrativa que promovió a nivel internacional, donde su propio nombre quedó predominantemente asociado con el redescubrimiento de la ciudadela inca.
“Y el propio Bingham lo escribe en su cuaderno de anotaciones, el 25 de julio de 1911: ‘Agustín Lizárraga es el descubridor de Machu Picchu, él vive justo antes de pasar el puente de San Miguel’”. (...) La nieta de Bingham dice que su abuelo no descubrió Machu Picchu”, sostuvo Rivas Tapia al medio local citado.
Si bien es cierto que el nombre del peruano fue opacado, es preciso dar a conocer que el arqueólogo estadounidense tomó una fotografía en Machu Picchu con la que se confirma que el cusqueño ya había estado en el lugar años antes que él. “Julio 1902″, se lee en la piedra.
En esta piedra inca está registrada la evidencia de que el cusqueño estuvo en el lugar.
Es menester indicar que el autor de “Agustín Lizárraga. El gran descubridor de Machu Picchu”, señaló que Lizárraga no era un indio ignorante, como lo sugieren algunos autores. Era un hombre instruido, que trabajaba en sus tierras de manera estacional. Además, el Departamento de Caminos (actual MTC) lo nombró administrador de todos los puentes y caminos.
Agustín Lizárraga murió ahogado en el río Vilcanota en febrero de 1912. Durante su intento de cruzar hacia sus campos de cultivo, el agricultor cusqueño cayó de un puente peligroso, lo que le ocasionó la muerte. A pesar de los esfuerzos de búsqueda en una extensión de tres leguas, su cuerpo no fue encontrado.
El hecho dejó un vacío en la pequeña comunidad agrícola, que dependía en buena medida del trabajo y experiencia de Lizárraga en el cultivo de maíz. El peruano murió en su intento de seguir explorando la ciudadela incaica.
¿Dónde están los tesoros incas extraídos de Machu Picchu por parte de Hiram Bingham?
La Universidad de Yale ha retornado al Perú una colección de piezas arqueológicas de Machu Picchu. El conjunto devuelto incluye cerámicas, objetos líticos, artefactos metálicos, elementos orgánicos, restos biológicos. Estas piezas habían sido conservadas en el campus de la universidad en Estados Unidos.
En un proceso que comprendió tres entregas, la institución universitaria norteamericana ha restituido más de 46.000 objetos al Perú. Actualmente, estas reliquias están bajo la custodia de la Universidad Nacional San Antonio de Abad del Cusco.
Es menester señalar que algunos de estos vestigios culturales prehispánicos pueden ser observados en el Museo Machu Picchu de la Casa Concha. Esta devolución representa un considerable retorno de patrimonio cultural para el país sudamericano, que había sido requerido durante décadas.
FUENTE: INFOBAE