Del cortisol a la dopamina: cómo controlar las hormonas que regulan tu estado de ánimo

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El último libro del divulgador David JP Philips enseña a aprovechar las seis sustancias clave que el cuerpo produce de forma natural para mejorar nuestra experiencia de la vida

Aunque existe cientos de sustancias que influyen en nuestro estado de ánimo, sólo hay seis (dopamina, oxitocina, serotonina, cortisol, endorfinas y testosterona) que son capaces de producir efectos inmediatos y que además podemos llegar a controlar nosotros mismos. Esa es la tesis que defiende el experto en liderazgo y comunicación sueco David JP Phillips en su libro 'Las 6 hormonas que van a revolucionar tu vida' (Planeta), en el que asegura que, a través de técnicas sencillas, es posible regular nuestra propia química para gestionar mejor las emociones y transformar la vida. Desde buscar la manera de aumentar la dopamina para aprender a disfrutar de las cosas pequeñas de la vida hasta aumentar las reservas de oxitocina para conectar mejor con las personas de tu entorno, pasando por centrarse en la serotonina para estabilizar el ánimo y bajar de la montaña rusa emocional... El autor está convencido de que podemos aprender a usar a nuestra voluntad las sustancias químicas que produce nuestro cerebro.

Una de las ideas interesantes del libro es que podemos usar la repetición y la neuroplasticidad para crear cambios permanentes. Pero, ¿se tarda mucho en lograrlo?

Esos consejos que pueden leerse a menudo en las redes sociales en los que se asegura que es posible convertir algo en un hábito en 21 días en realidad no son ciertos porque eso es algo que nadie puede saber exactamente. Depende de la edad y de otros muchos factores. Cuanto más joven, mayor neuroplasticidad. Cuanto más se entrena, más neuroplasticidad. Y cuanto más antiguo es un hábito más cuesta erradicarlo o más difícil resulta reemplazarlo.

Por tanto, son muchos los factores que influyen en cuánto se tarda en cambiar algo. Pero lo que sí es cierto es que cuando uno empieza a hacerlo lo mejor es no rendirse, porque si te empeñas, eso acabará cambiando.

¿Cuáles serían los hábitos que más cuesta cambiar?

Lo que más cuesta es no rendirse, sobre todo porque si crees que algo va a funcionar a los 21 días y no funciona tras ese periodo, es probable que te acabes rindiendo. Pero lo cierto es que la neuroplasticidad tiene un mecanismo sencillo: cuanto más a menudo hagas algo, más rápido cambiará el hábito.

Y a la hora de ponerse manos obra, se pueden describir dos formas de cambiar cualquier hábito. La primera es romper el patrón, es decir, que si deseas deshacerte de un hábito, debes pararlo cada vez que ocurra. Por ejemplo, si cada vez que te acercas a la nevera te apetece comerte un helado y lo haces, debes buscar la manera de desactivar esa necesidad, quizá puedes pararlo con estrategias como dejar de tener helado en casa o incluso comprando un helado que no esté tan rico y apetezca menos.

Y la segunda fórmula consiste en el reemplazo. Y ésta, siguiendo el mismo ejemplo nos llevaría a, en lugar de comer helado, atender a ese estímulo pero comiendo fruta.

Y una vez hechas ambas cosas (quitar el patrón y reemplazarlo) habría que analizar cómo te sientes y decidir si ése es el hábito nuevo que quieres sostener.

Al referirse a la dopamina en su libro hace la siguiente reflexión: «Si no la controla, será ella la que le domine». ¿Cómo podemos saber si somos adictos a la dopamina?

Puede verse si, por ejemplo, una persona la posibilidad de elegir entre pasar tiempo con la gente que quiere y le importa, pero elige pasar la tarde con el teléfono móvil o viendo una serie de Netflix... Si alguien prefiere quedarse en casa viendo vídeos de Instagram en lugar de estar con sus amigos o cualquier otro tipo de elección que aporte dopamina rápida sin esfuerzo, probablemente estemos ante un adicto a la dopamina.

Pero tampoco defiende que hagamos un detox de la dopamina. Entonces, ¿cuál es la mejor estrategia?

Si uno revisa la palabra detox podría concluirse que se trata de liberarse de algo tóxico para el cuerpo. Pero la dopamina no es tóxica para el cuerpo, sino para la salud mental. No propongo un detox de dopamina porque no es tóxica ni es un veneno. Lo que planteo en realidad es un ayuno de dopamina. Algo cuyos resultados, por cierto, son fascinantes. Cuando alguien deja de ver series de forma compulsiva o se olvida del móvil durante 10 días, se produce una especie de despertar porque se da cuenta de que antes era un zombi. Dejan de estar pegados al móvil o a la televisión y hacen otras cosas. Y ese efecto es muy positivo.

Del cortisol a la dopamina: cómo controlar las hormonas que regulan tu estado de ánimo

¿Se puede conseguir dopamina natural con nuestra forma de pensar y de actuar?

Si volvemos atrás unos 10.000 o 12.000 años el objetivo principal de la dopamina era cazar para comer, cultivar para comer, construir una cabaña mejor, reproducirse para perpetuar los genes... La dopamina empujaba a hacer todo eso. Pero si volvemos a nuestros días lo cierto es que es muy sencillo conseguir dopamina, no tienes que salir de la cama, sencillamente la consigues cogiendo el móvil y comiéndote unos cereales azucarados. Y esa es la parte peligrosa de nuestros días.

Por tanto habría que reconducir a conseguir dopamina de una forma natural. Una fórmula podría ser tener un objetivo o un sueño que nos recordemos a menudo. Mi recomendación incluso es ponerlo en la pared donde duermes como un tablón de visualización para que cuando lo mires sientas que quieres eso o que quieres llegar a eso.

También se puede conseguir haciendo ejercicio o escuchando la música que te gusta. Incluso es cierto que algunos programas de televisión y algunas películas tal vez puedan hacer que te sientas bien. Y en el caso de las redes sociales tal vez se pueda encontrar algo motivador como una persona entrenando que te inspire para querer hacer ejercicio, por ejemplo.

En definitiva, puede haber muchas cosas que ayuden a crear dopamina de forma natural, pero el problema es que hace 25.000 años teníamos el objetivo de sobrevivir y ahora no tenemos ese objetivo porque, en general en los países desarrollados, la sociedad (nuestro entorno familiar y social) nos ayuda a sobrevivir. El objetivo es dopamina en estado puro, así que cuando le quitas el objetivo a la juventud, no hay una fuerza que invite a conseguir dopamina de forma natural.

FUENTE: ABC ESPAÑA banner-unirse-grupo-whasap-1