Así fue el nacimiento de Bolivia

Sólo una vez se reunieron los 48 diputados electos y no fue para el 6 de Agosto.Serrano y Olañeta se encargaron de sumar adeptos para formar un nuevo estado

Luego de 16 años de Guerra Independentista, el nacimiento de Bolivia como estado libre se definió en la voz y voto de 48 diputados de la Asamblea Deliberante que un 6 de Agosto de 1825 firmaron la declaración de independencia, luego de meses de debates que mantuvieron en vilo a todo un pueblo. ¿Cómo se logró consolidar el acuerdo para conformar una nueva nación?

El Decreto de 9 de febrero de 1825, del Gran Mariscal de Ayacucho, convocó a la instalación de una reunión de representantes de las provincias altoperuanas que se encargarían de deliberar y resolver el destino de esta región.

La cita fue fijada para abril, en Oruro, pero debido a que todavía estaba pendiente la elección de diputados en La Plata y Potosí, se pospuso para el 25 de mayo; sin embargo, la Asamblea Deliberante finalmente se instaló el 10 de julio de 1825, en Chuquisaca.

El escenario para las sesiones de los representantes de Chuquisaca (siete diputados), La Paz (12), Santa Cruz (dos), Potosí (14) y Cochabamba (13) –aunque no todos estuvieron presentes desde el inicio– fue la Aula Magna de la Universidad San Francisco Xavier, fundada por los jesuitas en 1624, y que actualmente lleva el nombre de Salón de la Independencia en la Casa de la Libertad, precisamente por haber sido el lugar donde nació el país.

Para la inauguración de la Asamblea, Sucre amaneció embellecida por arcos triunfales en las esquinas, ricas colgaduras de los balcones y con aires de fiesta y alegría, según se relata en los textos de Humberto Vázquez Machicado.

“Era el alma del pueblo que hacía estas manifestaciones de regocijo, pues creían en una nueva vida libre”, indica.

Según los registros del mencionado autor, fueron 39 los diputados que se encontraban en Sucre para la instalación de la Asamblea Deliberante, presidida por José Mariano Serrano, designado interinamente en el cargo por el Mariscal Sucre y luego electo para el mismo por los asambleístas.

Después de Serrano, la directiva estuvo conformada por José María Mendizábal como Vicepresidente, y Ángel Mariano Moscoso y José Ignacio de Sanjinés como secretarios.

Una vez instalada la Asamblea con su reglamento de debates aprobado y su directiva electa, se constituyó una comisión de cinco de sus miembros que se encargarían de “dar gracias al Dios Eterno”; así que los diputados atravesaron la plaza 25 de Mayo para llegar hasta la Catedral, donde impregnados de incienso celebraron un solemne Te Deum, mientras pobladores y distintas corporaciones de la ciudad hacían guardia. “Salvas de artillería y un repique general anunciaban al público tan interesante acto”, detalla Vázquez Machicado en el volumen III de sus Obras Completas.

Serrano, conocido por sus pomposos discursos, agradeció por las felicitaciones y los votos en honor a la Asamblea, y prácticamente comenzó el trabajo de la primera sesión con el mensaje del Mariscal Sucre que se había ausentado a Cochabamba para dejar en plena libertad a los diputados.

Posteriormente, José Joaquín Casimiro Olañeta y Güemes, siempre considerado controversial ya que algunos historiadores aseguran que sólo se movía por intereses personales, tomó la palabra para presentar su discurso enfocado en destacar los deberes y la responsabilidad que se les había asignado al haber sido electos para representar la voluntad del pueblo y para decidir sobre el destino del país. Así, comenzaba la deliberación sobre el curso de este territorio.

Durante las sesiones del 11 y 12 julio, los asambleístas trataron temas de mero trámite y fue en la cuarta sesión, la del 18 de julio, cuando Serrano dejó la presidencia –lo hacía momentáneamente cuando quería intervenir como un diputado más– y desde la tribuna comenzó a argumentar por qué no debían anexarse a Perú ni al Río de La Plata, aunque, en caso de ser inevitable su unificación, optaba por acercarse al lado argentino.

El nacimiento de esta posición se dio luego de que el 17 de julio llegara una nota de Sucre emitida el 11, en la que se hacía conocer la Ley Argentina de 9 de mayo, bajo la cual se dejaba a las provincias altoperuanas con la libertad de disponer de su suerte.

Es importante señalar que al inicio, los diputados se sentían atados para tomar decisiones, ya que Simón Bolívar emitió la Ley de Arequipa, de 16 de mayo de 1825, en la que se disponía que la creación de un nuevo estado debía supeditarse a la buena voluntad del Congreso peruano. Es así que el debate independentista era bastante provocativo y sonaba desafiante a la idea del Libertador que no esperaba que las provincias se fraccionaran así.

Sin embargo, con el tiempo, cada vez más diputados optarían por adherirse a la posición de crear un nuevo estado. Para Vásquez Machicado, este viro no sólo se debió a los ideales, sino también al hecho de que como integrantes de la clase media comprendían que con la libertad, ellos pasarían a ser la casta dominante, por lo que se apresuraron a consolidar este ideario.

Olañeta siempre siguió la línea de Serrano, afirmando que el territorio tenía los medios suficientes para ser independiente, incluyendo fondos de riqueza y elementos necesarios para la organización de su Gobierno.

A estos discursos se debe sumar el hecho de que especialmente la postura de adherirse a Argentina contaba con alto rechazo debido a que la mayor parte de la población sintió su “abandono” durante los años en los que más requirió de su ejército.

SUMAN SIMPATIZANTES

Para la sesión del 21 de julio, nuevamente Serrano y Olañeta intervinieron a favor de la idea de conformar un país independiente; para el 23, la causa ganaba simpatizantes y fue así que el 28 de julio finalmente se nombró una comisión para la redacción del proyecto definitivo a favor de la independencia. El grupo estaba obviamente conformado por Serrano (Chuquisaca) y Olañeta (Chuquisaca), además de José María Dalence (Chuquisaca), Manuel María Urcullu (Chuquisaca), José María Mendizábal (La Paz), José María Asín (La Paz) y Manuel María Centeno (Cochabamba).

Sin duda, el ambiente durante los primeros días de agosto fue tenso, pues aquellos asambleístas que promovían la independencia tenían que encargarse de convencer a sus colegas más tibios o incrédulos, mientras la población esperaba con ansias los resultados del trabajo de la Asamblea Deliberante.

Durante las audiencias públicas había muchas personas que asistían, se presume, aunque no hay registros sobre el tema, que incluso la misma Juana Azurduy de Padilla acudía a ver los debates de los diputados.

Empero, la discusión se suspendió para la sesión del 3 de agosto, a la espera de que llegara algún representante de Santa Cruz. El 4 de agosto, considerando la presión a la que estaban sometidos los asambleístas por el mencionado decreto de Arequipa, se presentó una moción para enviar una delegación ante Bolívar a pedirle que levantara su resolución, algo que nunca ocurrió, aunque el Libertador posteriormente aceptaría la decisión asumida por el pueblo boliviano que además tomó su nombre.

En la víspera de la fecha en la que se daría nacimiento a Bolivia, el 5 de agosto, los representantes tuvieron una sesión secreta en la que además de aprobar la propuesta de enviar una delegación de asambleístas ante Bolívar, discutieron cuatro proyectos de ley para: homenajear al Libertador nombrándolo “buen padre y la más firme esperanza del nuevo estado que forman las provincias del Alto Perú Unidas”, usar su nombre como apelativo de la naciente república, nombrar como Sucre a su Capital y otras para definir el escudo, moneda y bandera.

NACE BOLIVIA

El 6 de agosto era decisivo, ya todo estaba acordado y decidido por los asambleístas para esta sesión. Se incorporó Antonio Vicente Seoane y Robledo como representante de Santa Cruz, quien se pronunció a favor de la idea independentista.

Ya con todo el territorio representado en el ente deliberante y con el registro de la posición de cada uno de los diputados, se procedió a votar sobre el destino del Alto Perú.

Las opciones fueron las mismas que se delinearon desde el inicio: la anexión a las Provincias Unidas del Río de La Plata, al Perú o ser un estado libre.

Según el registro de la sesión, ninguno de los diputados votó a favor de la unión a Argentina, mientras que por la idea de estar con Perú votaron a favor los paceños Juan María Velarde y Eusebio Gutiérrez. La tercera opción fue plenamente aprobada.

En ese momento, el actual Salón de la Independencia estaba atestado de gente, eso sí, era una concurrencia selecta en la que se veía a descendientes de familias coloniales ligadas a la nobleza peninsular, presentes en “los funerales del viejo régimen que sus antepasados habían creado y sostenido, y que ellos habían hecho destruir con la masa popular para crear otro nuevo, más suyo y más cerca de sus intereses y afectos”, comenta Vásquez Machicado.

El panorama del público que se dio cita en la entonces aula magna de San Francisco Xavier, donde la mayor parte de los diputados se había formado, estaba constituido por fracs de cuellos, solapas, faldones gigantescos y sobre chalecos de variados colores, a lado de los que “lucían sus trajes las damas de La Plata con miriñaque de ruedo ahuecado, cubierto de sedas finamente rameadas, con numerosos prendidos, lazos y adornos sobre los cuales iba ceñido el justillo apuntando, de cuya parte superior emergía el busto; eran los últimos y retrasados resabios del rococó, aquel arte que al decir de un moderno pensador, era el triunfo de la música sobre la arquitectura y que murió en Europa alrededor de 1.800”, detalla el autor citado.

Con la victoria de la posición de fundar un nuevo país, el secretario Ángel Mariano Moscoso se subió a la tribuna y en medio de un silencio espectacular que sólo hizo aún más solemne el preciado momento, comenzó a leer el Acta y declaración de Independencia de las provincias altoperuanas, cuya redacción se le atribuye a Serrano, parte de la comisión encargada para este fin. Hubo aplausos de los presentes y una notoria alegría; así, nacía Bolivia.

Promesa

Simón Bolívar

1 de enero de 1826

“Parto para la capital de Lima, pero lleno de un profundo dolor, pues me aparto momentáneamente de vuestra patria, que es la patria de mi corazón y de mi nombre. Seréis reconocidos por una nación independiente, recibiréis la constitución más liberal del mundo, vuestras leyes orgánicas serán dignas de la más completa civilización, el Gran Mariscal de Ayacucho está a la cabeza de vuestros negocios y el 25 de mayo próximo, será el día en que Bolivia sea”.

Los miembros de la Asamblea Deliberante

Presidente: José Mariano Serrano (diputado por Charcas).

Vicepresidente: José María Mendizábal (diputado por La Paz).

Secretario: Ángel Mariano Moscoso (diputado por Charcas).

Por La Paz

José María de Asín, Miguel Casimiro Aparacio, José Miguel Lanza (jefe militar en la Guerra de Independencia), Fermín Eyzaguirre, José Ballivián (militar y futuro presidente de Bolivia), Martín Cardón, Juan María Velarde, Francisco M. de Pinedo, José Ignacio Calderón y Sanjinés, Rafael Monje y Eusebio Gutiérrez.

Por Charcas

Casimiro Olañeta, Manuel María Urcullo, José María Dalence, Francisco Palazuelos y Ambrosio Mariano Hidalgo.

Por Potosí

Melchor Daza, Manuel José Calderón, Manuel Antonio Arellano, Manuel Anselmo Tapia, Rev. Manuel Martín Cruz (quien propuso el cambio de nombre de la República de Bolívar a Bolivia), Manuel Argote, José Antonio Pallares, José Eustaquio Gareca, Manuel María García,José Mariano Enríquez, Isidoro Trujillo, Juan Manuel de Montoya, Mariano Vargas y José Ignacio de Sanjinés (autor de la Letra del Himno Nacional de Bolivia).

Por Cochabamba

Miguel José de Cabrera, Francisco Vidal, José Manuel Pérez, Nicolás Cabrera, Mariano Centeno, Dionisio de la Borda, José Manuel Tames, Pedro Terrazas, Melchor Paz, Miguel Vargas, Marcos Escudero, Mariano Méndez y Manuel Cabello.

Por Santa Cruz

Vicente Seoane y Eustaquio Moldes.

FUENTE: Correo del Sur