Argentina: ¿intento de golpe de Estado o represión?

"Las mal llamadas armas menos letales, como las utilizadas en la protesta, matan", aseguran desde los organismos de derechos humanos en Argentina.Imagen: Agustin Marcarian/REUTERS

En el país del fútbol, hasta los intentos de golpe de Estado los llevarían a cabo fanáticos de este deporte. Un argumento digno del surrealismo mágico, si no fuera por la gravedad de los hechos ocurridos en Argentina.

Lo cierto es que, según el Gobierno, esto ocurrió el pasado miércoles 12 de marzo. "Fue una marcha organizada por patotas, por barrabravas, agrupaciones de izquierda violentas, distintos sectores que buscan la desestabilización total y absoluta de nuestro Gobierno”, interpretó los acontecimientos la ministra de Seguridad Patricia Bullrich. 

¿Por qué hinchas de fútbol?

Cada miércoles los jubilados protestan frente a las puertas del Congreso para pedir por la actualización de sus pensiones y la restitución de la cobertura de medicamentos.

Esta semana, la manifestación contó con el apoyo de seguidores de una treintena de clubes de fútbol, así como de organizaciones sociales y sindicales.

La iniciativa nació desde el club Chacarita, para defender a un veterano de ese club que había sido gaseado en una concentración anterior.

Los hechos

La marcha derivó en violentos disturbios en los que resultaron heridas cerca de 50 personas y más de un centenar fueron detenidas (y posteriormente liberadas en su mayoría).

El reportero gráfico Pablo Grillo fue herido de gravedad por un proyectil de gas lacrimógeno disparado por las fuerzas de seguridad, y lucha por su vida.

¿Un "accidente"?

"Las mal llamadas armas menos letales, como las utilizadas en la protesta, matan", aseguran desde el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).

"El impacto del cartucho de gas en la cabeza de Pablo Grillo es consecuencia directa del Protocolo antipiquetes 943, que reintrodujo el uso de armas peligrosas en operativos en manifestaciones públicas, que estaban antes prohibidas", puntualizan desde el organismo de derechos humanos.

"La represión del miércoles no fue una respuesta improvisada, sino una decisión previamente planificada", acusan.

"La autorización del uso de armas letales, el despliegue coordinado de todas las fuerzas federales y el discurso belicista del Gobierno indican que el objetivo era impedir la protesta del miércoles 12 a cualquier costo", denuncian en su análisis "La represión como política".

Criminalización de la protesta

Las causas de los desmanes no tienen que ver "con la participación de los barrabravas", asegura el reconocido periodista Jorge Fontevecchia en diálogo con DW, "sino con las condiciones de posibilidad que permiten que se genere su participación", contrapone.

"Siempre habrá violentos a quienes reprobar, pero los Gobiernos son los encargados de desagotar la violencia social", apunta el analista desde la capital argentina.

"Si la ministra Bullrich siembra represión, cosechará sus muertos", asegura sin matices. "La violencia desatada por el operativo policial, casi militar, que ella conduce es un capítulo más en su agenda de criminalización de la protesta y disciplinamiento social", critica.

Los jubilados, las víctimas

"Los jubilados están entre quienes más han sufrido las consecuencias del ajuste llevado adelante por el Gobierno", contextualiza, en tanto, el politólogo y doctor en Ciencias Sociales Hernán Toppi.

"A sus tradicionales protestas se les sumaron otros sectores usualmente violentos: los barrabravas y sectores de la izquierda combativa", sostiene, consultado por este medio.

"El choque entre estos sectores y la policía terminó desvirtuando el problema salarial de los jubilados", analiza el también profesor de la Universidad del Salvador, adjudicando responsabilidades más a tono con la interpretación del Gobierno.

Sin embargo, "hubo un enfrentamiento entre sectores violentos con un aparato estatal con monopolio de la fuerza física dispuesta a la represión", apunta también. "Y hubo excesos por parte de las fuerzas policiales", indica.

De aquí en más

"Soy optimista respecto al futuro de la Argentina, porque considero a Milei el fin de lo viejo, y no el comienzo de lo nuevo", afirma Fontevecchia. "Milei es el paroxismo de la polarización. Y lo nuevo, es el entendimiento y el consenso", postula.

"El futuro del país depende, en primera instancia, de lo que suceda con la economía", asegura, por su parte, el académico Toppi. "Si la economía se estabiliza, el Gobierno de Milei seguirá siendo popular", evalúa. "Si la economía entra en crisis, se incrementará la inestabilidad política y la conflictividad también subirá", plantea cauto.

Por ahora, y a la luz de los hechos de esta semana, vale que en el país del fútbol, a veces, no hay nada que festejar.