Angela Merkel hace un balance de su trayectoria en entrevista con DW

Angela Merkel dejará de ser canciller de Alemania en poco tiempo. Luego de 16 años, habrá una nueva coalición y un nuevo gobierno en Alemania. En entrevista con DW, Merkel habla de sus mayores retos y su legado político.

Max Hoffmann, jefe de Noticias de DW, entrevistó a la canciller alemana saliente, Angela Merkel, quien responde preguntas acerca de su gestión, sobre todo, de los mayores desafíos en su cargo, así como sobre su visión sobre los retos por venir.

DW: Señora canciller, esta es seguramente una de sus últimas entrevistas antes de abandonar el cargo. ¿Se alegra de que pronto dejará de estar en el foco de la atención pública?

Angela Merkel: Efectivamente, es una de las últimas entrevistas. Estoy haciendo viajes de despedida. Estos están siendo mis últimos días en el cargo y, por un lado, estoy contenta. Pero en algún momento seguramente también sentiré nostalgia porque siempre me ha gustado mi trabajo, y me sigue gustando. Además, naturalmente hay que seguir prestando atención hasta el último día.

Acaba de mencionar su gira de despedida. Hace unos días estuvo en Francia y fue recibida de una manera muy cordial. Creo que los transeúntes incluso decían "¡Viva Mami!" Esto es una cita, no lo digo yo. ¿Qué siente cuando escucha algo así?

Obviamente, me alegra. Sé que también hay personas que no están muy satisfechas con mi política. Pero precisamente en Francia, donde, históricamente, los sentimientos no siempre han sido tan amistosos, evidentemente me ha alegrado mucho que acudiera tanta gente para saludar al presidente francés, Emmanuel Macron, y a mí. Debo decir que ha sido una experiencia muy linda.

La despedida de Emmanuel Macron -porque entiendo que fue la despedida- realmente fue muy cordial. ¿Lo echará de menos?

Sí, claro. Echaré de menos a Emmanuel Macron. Echaré de menos a muchos de mis colegas, porque me ha gustado mucho trabajar con ellos. Y porque la política internacional, evidentemente, también supone dialogar mucho, ponerse en el lugar del otro: ¿cuál es la situación en su país? ¿Cuáles son los problemas? Si miramos a Francia y a Alemania, tenemos problemas muy distintos, y a veces también comunes. Desde esa perspectiva hemos hablado siempre sobre los pasos europeos. Estoy segura de que echaré de menos ese intercambio. Siempre me ha gustado.

Pero puede seguir llamándola, ¿no?

Sí, naturalmente. Pero las cosas son como son: como jefes de gobierno estamos todos muy ocupados, y todos los días hay mucho que hacer. Por eso, Emmanuel Macron, en el futuro, hablará con el jefe de gobierno alemán, es decir probablemente con Olaf Scholz. Y quizás de vez en cuando también estemos en contacto. Me alegraría. Pero el trabajo, el impulso de las cosas, será con el nuevo canciller. Así es cómo funciona en una democracia. Y está muy bien que así sea.

Acaba de mencionar que, lógicamente, tiene que hablar mucho con otras jefas y jefes de Gobierno. En ocasiones, seguramente son conversaciones más desagradables que con Emmanuel Macron. Se me ocurre Vladimir Putin, o también el Sr. Erdogan, en Turquía. ¿Se reúne con todos con la misma estrategia? Es decir, ¿usted dice: "Tengo que hablar con todos en el mismo tono"? ¿O con alguno también piensa: "Aquí tengo que dejar muy clara mi posición"?

Bueno, creo que se prestaría a equívocos si en las conversaciones con jefes de gobierno, a los que me une una relación amistosa, no dejara también clara mi posición. Siempre hay también intereses alemanes que defender. Los franceses tienen sus intereses, y los demás los suyos, y tenemos que intentar compatibilizarlos. Pero lo que nos une es una base de valores comunes, una visión común de la democracia. Y así las conversaciones quizás transcurren de manera diferente cuando hay reservas o preocupaciones, o cuando hay que tratar determinados asuntos. Pero siempre voy a ellas con el corazón abierto y con la esperanza de que muevan algo en defensa de los intereses alemanes. También defiendo las buenas relaciones bilaterales, y quizás estas conversaciones a veces son más controvertidas. Sin embargo, también quiero decir que, cuando alguien tiene una visión del mundo completamente diferente, hay que escuchar. Porque si dejamos de escucharnos, dejaremos de encontrar soluciones.

Creo que, en la última cumbre de la Unión Europea, el primer ministro luxemburgués Bettel dijo que usted es una "máquina de compromisos". Otra vez, citando textualmente...

Lo sé.

En las últimas semanas, muchas de nuestras espectadoras y espectadores en todo el mundo se preguntan: "¿Qué hará después la señora Merkel?" ¿Pondrá la máquina de compromisos al servicio de los intereses internacionales?

Xavier Bettel también me contó que había dicho eso, sabiendo, por supuesto, que no soy una máquina, sino un ser humano como él. Pero siempre he tratado de alcanzar compromisos, aunque me haya costado mucho tiempo. Pero normalmente los hemos alcanzado. En cuanto a la pregunta sobre qué haré después: no haré política. No seré una solucionadora de conflictos políticos. Eso lo he hecho durante muchos años: 16 años como canciller federal, también con mucho gusto en la Unión Europea, a nivel internacional…Siempre he defendido el multilateralismo. Aún no sé qué haré después. Ya lo he dicho en alguna ocasión: primero voy a descansar un poco y a ver entonces qué me viene a la cabeza.

Algunas de las cosas que mencionó fue leer y dormir.

Sí, leer y dormir, en alternancia.

Pero habrá más planes además de leer y dormir, ¿no?

Sí, y me llegarán a la cabeza. Sencillamente, durante muchos años he estado muy ocupada con la agenda que se me marcaba, y siempre tenía que estar disponible. Como jefa de gobierno es así, porque si pasa algo hay que estar en condiciones de intervenir inmediatamente. Ahora veré qué tengo ganas de hacer, y probablemente no lo sabré hasta pasados unos meses.

Es decir: primero tomar distancia. Usted misma ya lo ha mencionado: ha gastado muchísima energía. ¿De dónde salía esa energía? O, dicho de otra forma: ¿cómo cargaba las pilas?

Bueno, siempre me ha gustado el trabajo, y siempre he sido una persona curiosa. Acabo de estar en la conferencia sobre el clima en Glasgow. Era la vigesimosexta. Y yo pude dirigir la primera que se celebró en Bonn. En aquel momento era una ministra de Medio Ambiente muy joven. Entonces se me abrió el mundo, con toda esa multitud de Estados miembros de la Convención Marco sobre el Cambio Climático. Y esforzarse por alcanzar un compromiso, por superar los conflictos, fue un gran desafío, y siempre lo llevé conmigo. Además, me ha permitido conocer tantas cosas, tantas personas diferentes, culturas diferentes…Siempre lo he percibido como un enriquecimiento. Y eso aporta energía. Obviamente, es mejor no proponerse muchas cosas más…

Sinceramente, eso no parece haber funcionado.

Bueno, sí. Todos recibimos más invitaciones de las que podemos atender. Y creo que un pequeño arte a la hora de hacer política consiste en no proponerse demasiado de antemano para después verse obligado a cancelar. En mi caso, me pone de mal humor. Y también pone de mal humor a los que, en principio, habían recibido una respuesta positiva. Visto así, siempre me ha aportado energía poder cumplir con la agenda del día, disfrutar de vez en cuando de la naturaleza, trabajar en el jardín, desconectar y siempre procurar que haya algunas semanas de vacaciones al año. Eso es importante.

Usted menciona la COP. ¿Qué les dice a los jóvenes preocupados por el futuro del planeta, y también por su futuro personal? Sin duda, desde que usted se convirtió en canciller hace 16 años el mundo no se ha vuelto más sencillo. ¿Qué les dice a estos jóvenes? ¿Cómo les da la esperanza de que los políticas y políticos que ahora están en el poder se pondrán de acuerdo para combatir con eficacia el cambio climático?

Tras muchos años de experiencia con el cambio climático debo decirles que no hemos dejado de hacer cosas. Esta es la vigesimosexta Convención sobre el Cambio Climático y, sin embargo, los informes del Consejo del Clima, el IPCC, son cada vez más alarmantes. En mi primera reunión del G8 en Heiligendamm, recibimos muchos elogios porque el presidente estadounidense George Bush dijo: "Sí, voy a considerar la reducción a la mitad de nuestras emisiones de CO2 en Estados Unidos hasta el año 2050". Hoy sabemos que era un objetivo honorable, pero no es suficiente, tenemos que ir mucho más rápido. Todos los informes del IPCC lo demuestran, y les digo a los jóvenes que tienen que presionar y tenemos que acelerar. Hemos ganado velocidad, pero la distancia con las recomendaciones científicas no ha dejado de crecer. Y eso tiene que cambiar en esta década. Tenemos que seguir las estimaciones científicas, y eso significa mantenerse muy cerca de los 1,5 grados de calentamiento global. Glasgow ya dio algunos resultados, pero para los jóvenes, las cosas siguen avanzando con demasiada lentitud. Y su queja está justificada.

Si no me engaña mi visión de conjunto, este quizás es el tema en el que más autocrítica ha ejercido: la lucha contra el cambio climático. ¿Qué le ha impedido hacer más en los últimos 16 años?

No he dejado de hacer cosas. Pero tuve que constatar que las estimaciones científicas siempre son peores y más terribles de lo que eran en el informe anterior. Durante mi mandato hemos abandonado el carbón. Tenemos el calendario para abandonar el carbón, pero también hay críticas: que dicen que es demasiado tarde. En la comparación internacional no vamos tan mal. Es decir: no tenemos que criticarnos solo a nosotros mismos. Pero también somos uno de los principales países industriales. Y cuando hay nuevas tecnologías, cuando se intenta mostrar el camino para generar un cambio en la movilidad, o un cambio en el suministro energético, Alemania tiene que avanzar dando el ejemplo. Para nuestras decisiones siempre necesitamos mayorías. Éste es un tema que siempre abordo con los ambientalistas que dicen "tienen que hacerlo ahora". Y yo les digo: "Para poder hacerlo necesito mayorías". También hay muchas expectativas sociales, y muchos temores. Y sí, siempre he estado encima de los temas. No obstante, no puedo decir que el resultado ya sea satisfactorio.

Hablando de crisis, usted ha tenido varias en estos 16 años...

Sí. Así es. La crisis climática no fue la única.

Lo que me interesaría -y estoy seguro de que a muchos de nuestras espectadoras y nuestros espectadores de todo el mundo también- es saber cuál de estas crisis le supuso un mayor reto personal.

Personalmente, los dos acontecimientos que más me exigieron... En primer lugar, la gran cantidad de refugiados, que llegaron, que no me gusta llamar "crisis" porque se trata de personas. La presión por salir de Siria y los países circundantes, y luego la pandemia. Quizás en estas crisis se puede ver cómo afectan directamente a la gente, cuando se trata del destino de las personas. Eso fue lo más difícil para mí. También me ha preocupado siempre otra cosa que ya casi podríamos llamar crisis: que es el cuestionamiento de muchos contra el multilateralismo. Eso siempre fue importante para mí, y siempre intenté fortalecer las organizaciones internacionales como el FMI, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio, entre otras. Los invité todos los años, 13 veces, y simplemente traté de dejar claro que en este mundo tenemos que cooperar. Y fue en mi época cuando surgió el G20, tras la crisis financiera. También una instancia, desde mi punto de vista muy importante, para sencillamente mostrar que solo juntos podemos resolver los problemas. 

Hablemos de la llegada de alrededor de un millón de refugiados y migrantes en 2015, tema que interesa especialmente a nuestras espectadoras y a nuestros espectadores en el mundo árabe. En aquel momento, usted formuló la icónica frase: "Lo conseguiremos", que dio la vuelta al mundo. Y una pregunta que también nos ha llegado es si cree usted que, efectivamente, lo conseguimos.

Sí, lo conseguimos. Pero en realidad fuimos muchas, muchas personas en Alemania las que ayudamos, muchas alcaldesas y alcaldes, muchos voluntarios, muchos que todavía apadrinan refugiados. También vimos que no todo salió perfecto, por supuesto. Y también hubo incidentes desagradables, si pienso en la Nochevieja de Colonia, que pudo habernos marcado. Pero, en general, tenemos ejemplos maravillosos de trayectorias de vida exitosas, como los graduados de la escuela secundaria, y situaciones similares. Pero, por supuesto, aún no conseguimos combatir las causas de la huida. Todavía no hemos conseguido crear en Europa un sistema de asilo y migración unificado. Todavía no tenemos ningún equilibrio eficiente entre los países de origen y los de llegada. Y tenemos que hacer mucho más en materia de ayuda al desarrollo y migración legal. Lo que me parece, lamentable, es que los traficantes de personas siguen teniendo ventaja. Y en las vías legales que tenemos, por ejemplo, cuando ACNUR nos dice: "Acojan este y aquel contingente de refugiados", sabemos que esos son los que realmente necesitan ayuda. Y es ahí donde tenemos que hacer mucho más. Así que se han conseguido algunas cosas, pero, desgraciadamente, el tema de los refugiados y la migración continuará debido a la situación en Siria y en muchos otros países.

¿Piensa usted que Alemania está en mejores condiciones para lidiar con situaciones como la de 2015?

Eso creo. Pero no tanto porque ahora estemos mejor equipados en materia policial o logística cuando hay que conseguir camas, sino porque también nosotros aprendimos que debemos hacer más por las organizaciones internacionales. Aun cuando ahora tenemos otra vez la presión migratoria de Bielorrusia, sabemos que ante todo debemos hablar con los países de origen, o de donde despegan los aviones. Y en eso hemos hecho algunos avances, y estamos mejor posicionados. Pero sigue siendo un gran desafío para un mundo con muchos problemas.

Hablemos de los países de procedencia. Parece -y corríjame si cree que me equivoco- que usted descubrió su interés por África en el año 2015 porque allí había muchos países de origen, y es entonces cuando intensificó sus visitas a ese continente. ¿Me equivoco?

Un poco sí. Ya antes tenía un gran interés en África. Pero hubo poco tiempo para eso, especialmente durante la crisis del euro. Pero yo ya había visitado algunos países africanos con anterioridad. El interés en África -hoy pensé otra vez en esto- se ha desplazado un poco del este africano, Etiopía, Kenia -que eran países que Alemania priorizaba- hacia África occidental. Pero no sólo por los refugiados, también por el desafío del terrorismo, básicamente en Libia.  Alemania se abstuvo de participar en la misión de la OTAN. Me criticaron mucho por eso. Pero me preocupaba muchísimo que después de Gadafi no viniera nada mejor. Y ahora quedó demostrado que es un enorme desafío para la comunidad internacional. Y los que pagan el precio son los países vecinos al sur de Libia porque hay una increíble cantidad de armas a disposición de organizaciones terroristas, lo que trae aparejada una gran desestabilización en esta región. Eso significa: restablecer el Estado libio y contribuir a que Libia pertenezca a los libios, y, al mismo tiempo, estabilizar esos países. Y todo esto no tuvo mucho que ver con el aumento de refugiados: la mayoría de los refugiados de África no viene de Malí o Níger. Y así conocí una parte de África que Alemania había atendido poco en las últimas décadas, porque Francia estuvo siempre presente allí. 

Podemos hablar sobre otra crisis, si me permite…

Sí, por supuesto.

Hay para elegir…Por ejemplo Afganistán, otro país donde la gente nos mira y se pregunta "¿Qué piensa la canciller?" ¿Qué les dice usted a los colaboradores de Alemania y de Occidente que quedaron atrás, y bajo un régimen talibán, porque la evacuación, por decirlo suavemente, no funcionó?

Lo primero que le digo a la gente en Afganistán -y no me refiero solamente a los colaboradores; de ellos hablaré después- es que obviamente estamos muy tristes. Simplemente no hemos logrado lo que queríamos. Es decir: un orden político autosuficiente, en el que las niñas puedan ir al colegio, las mujeres puedan cumplir sus deseos, un orden político en el que haya paz. Durante años hemos mostrado nuestro compromiso, y así lo han hecho nuestras mujeres y nuestros hombres soldados, con lo mejor de sus fuerzas. Muchas veces lo he debatido: ¿cómo puede ser que haya tantos hombres jóvenes afganos que vienen a Alemania y, al mismo tiempo, nuestras mujeres y hombres soldados estén allí? También para nosotros, éste era un campo de tensión. No obstante, hay que aceptar que, por buenas que fueran las intenciones, no hemos logrado establecer ese orden que deseábamos para Afganistán; ese orden que Joschka Fischer quiso crear ya a principios de siglo en la conferencia de Petersberg. Y Alemania no es el único culpable. Los afganos tampoco fueron capaces. Y eso es muy, muy lamentable. Con ayuda de la Policía y del Ejército alemanes pudimos sacar del país a muchas fuerzas locales. La gran mayoría de los que ahora continúan en Afganistán son aquellos que cooperaron con nosotros en la ayuda al desarrollo. Debo decir que en junio decidimos conscientemente que no podíamos dejar caer la ayuda al desarrollo como si fuera una papa caliente. De haberlo hecho, habríamos lanzado la señal de que no confiábamos en poder vencer a los talibanes. Ahora tenemos que hacer lo que no hicimos y sacar del país a todos los que podamos. También hemos ayudado a muchas afganas y afganos que no cooperaron directamente con Alemania, pero defendieron la libertad y la democracia en Afganistán. Aún quedan muchos, y no los vamos a olvidar.

Un último inciso sobre su sucesor. Dio un paso poco habitual al acudir al G-20 acompañada por su probable sucesor, Olaf Scholz. ¿El motivo era que quería asegurar a sus socios o a sus colegas que, con Olaf Scholz como canciller , Alemania seguirá ofreciendo continuidad y estabilidad?

Bueno...No fue un gesto tan generoso…

Pero sí poco habitual.

Al G-20 siempre acuden los jefes de Gobierno y los ministros de Finanzas. Y ahora se da la casualidad de que mi probable sucesor es el ministro de Finanzas del gobierno actual. Estaba claro que participaría en el G-20. Para mí era importante que Olaf Scholz también participara en las conversaciones bilaterales, y que yo pudiera decir: aquí está la persona con la que hablarán la próxima vez en calidad de jefe del gobierno alemán. Me pareció importante porque Alemania es un foco de atención y todos quieren saber qué pasa aquí. A la gente le interesa. Si tienen la sensación de que hay buen trato entre la jefa de Gobierno y el probable futuro jefe de Gobierno, es una señal tranquilizadora en un mundo bastante turbulento. Y eso me pareció acertado.

Señora canciller, muchas gracias por esta conversación. Y si me permite un comentario personal: después de 16 años, resultará extraño ver a otra persona como canciller federal.

Se acostumbrará. Muchas gracias.

La entrevista fue realizada por Max Hofmann.

Fuente: DW