A dos años del desastre ambiental en la Chiquitania, pobladores no ven avances en prevención

Afirman que no se avanzó en logística, equipamiento e infraestructura. Lo poco que se hizo fue la capacitación de algunos comunarios como bomberos forestales

La temporada de incendios ya empezó y la Chiquitania lo siente. El municipio El Carmen Rivero Torrez ha sido el primer lugar en sentirlo.

Esta situación se repite cada año pero toma mayor relevancia desde que en 2019, ardieron 5,3 millones de hectáreas, lo que equivale a la séptima parte del territorio cruceño. La tragedia ambiental develó que el departamento no estaba preparado para combatir este tipo de siniestros.

¿Qué se hizo desde entonces para que el departamento esté preparado en prevenir y combatir los incendios?, fue la pregunta que Unitel hizo a las autoridades y pobladores locales. Ellos afirman que poco se avanzó por ejemplo en la construcción de infraestructura y equipamiento para bomberos forestales. La única estación forestal que se construyó, en Roboré, según el municipio, actualmente está ocupada por la Policía.

Darío Soleto, responsable forestal San José de Chiquitos habla de falta de logística, Hugo Salmón, ex asambleísta chiquitano señala que se deben crear unidades de respuesta inmediata y María Gonzales Quispe, concejal de El Carmen Rivero Torrez, apunta a la necesidad de tener estaciones de bomberos forestales, equipo pesado para hacer ‘cortafuegos’ y tener carros bomberos.

Todos coinciden en que en dos años “se hizo muy poco” para prevención y lucha contra el fuego en la zona y solo está la capacitación de algunos comunarios como bomberos forestales voluntarios.

En Roboré encontramos a Nicolás Cesari, un maestro de escuela que cumple su rutina de levantarse a las 6:00, desayunar con su familia y dar sus clases virtuales. Pero, desde el mes de julio, está en apronte porque en cualquier momento debe ponerse casco, botas y uniforme amarillo para salir a combatir los incendios.

Nicolás, junto a otros comunarios, entre carpinteros, albañiles, mototaxistas y otros, fueron capacitados como bomberos forestales voluntarios para combatir el fuego cuando llegue a sus comunidades. Desde inicios de julio ellos ya han salido a apagar focos de quema, para evitar que se conviertan en incendios.

Nicolás y otras 24 personas de distintas profesiones conformaron la Asociación Paquió con ayuda de una institución ambientalista que los dota de uniformes y algunas herramientas básicas.

Entre las causas de los incendios en la Chiquitania se señalan los chaqueos no controlados. En Santiago de Chiquitos, Unitel llegó hasta la comunidad indígena chiquitana San Lorenzo, compuesta por 32 familias que utilizan el fuego como herramienta agrícola. 

Allí, Juanito Cuéllar explicó que están preparados para hacer un correcto manejo de fuego y evitar que los incendios lleguen al Valle Tucabaca. 

“Los incendios se dan debido a chaqueos que no se controlan; nosotros como comunidad estamos preparados para hacer un manejo adecuado y responsable del fuego, porque no queremos volver a saber de incendios, de que se quemen nuestro bosques y nuestros animales”, señala.

“No queremos saber más de incendios forestales”, dice Daniel Wilman Weber, de la comunidad Chochís, quien afirma que en dos años los bosques no se han terminado de recuperar. “Los incendios afectaron nuestra producción de cítricos, que es a lo que nos dedicamos”, agrega.

María Chubé, de la misma comunidad, recuerda que en 2019 se quemaron 20 casas de los pobladores, con lo que la afectación fue total a su forma de vida: casas, cultivos y bosques.

Fuente: EL DEBER